El valor real de La Capilla

El presente agroexportador y un altamente posible pasado arqueológico son, por ahora, sus dos principales activos.


Todas las fotografías por Ángelo Azabache, distribuídas por FACTORTIERRA
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MIGUEL CHECA, Piura
- En el lugar donde las localidades de Sullana Oeste y Jíbito están a punto de encontrarse, pero alineada más cerca del río Chira, se encuentra La Capilla, el lugar desde donde se controlaba una gran hacienda del mismo nombre, en cuyos predios el obispo Baltazar Jaime Martínez de Compañón y Bujanda obtuvo un terreno donado para fundar la Villa de la Santísima Trinidad de La Punta, el 8 de  julio de 1783, pueblo que fue el núcleo del actual área metropolitana de Sullana, la segunda más grande del departamento de Piura.

Entonces, La Capilla pertenecía a la familia del Castillo, y pareció extenderse en el espacio que hoy ocupan las ciudades de Sullana y Bellavista, aunque la historia oficial dice que la hacienda en cuyos terrenos se fundó la localidad se llamaba La Punta, lo que explicaría su nombre inicial, aunque su fundador trató de nombrarla El Príncipe sin tener éxito.

Mientras Sullana se extendía tímidamente hacia el oeste en un predio llamado Ventarrones, La Capilla se fue consolidando en un terreno de más de 200 hectáreas, que, a mediados del siglo XX estaba bajo administración de la familia Bel-Houghton, de origen inglés.

En 1968, el militar piurano Juan Velasco Alvarado dio un golpe de estado, y al año siguiente emprendió la Reforma Agraria. Como gran parte del valle del Chira, La Capilla entonces produciía algodón tipo pima, el que se destinaba mayormente a la exportación mediante el puerto de Paita, al que se llegaba por un ferrocarril, del que hoy solo queda como recuerdo la carretera Sullana-Paita y la avenida José de Lama, ya dentro del área metropolitana.

La producción de algodón cayó en todo el valle tras el evento El Niño de 1982-1983, y los agricultores trataron de buscar medios para sobrevivir de la tierra, hasta que a inicios de la década de 1990 comenzó el llamado boom bananero, la fruta tropical que también se orienta mayormente a la exportación.

FACEBOOK: Casa Hacienda La Capilla y Casona de Sojo | Mira el álbum.


Ángelo Azabache (22) es un joven residente en la ciudad de Sullana, con estudios inconclusos de Derecho, y cierta experiencia en presentar programas de radio y eventos en vivo, además de ser un eficiente mesero en un conocido restaurante local. Con asesoría de FACTORTIERRA, lanzó su canal de YouTube, el que está dedicando a La Capilla, localidad con la que tiene una fuerte conexión familiar: "Me encanta el campo", afirma con su modulada voz de locutor.

en el proceso de lanzar su canal, Azabache parece haber encontrado una explicación de por qué La Capilla se llama así: "Me cuenta la gente que se debe a que dentro de la casa hacienda existe una capilla". Pero no es la única información que ha podido conseguir.

Las 200 hectáreas de La Capilla, predominantemente dedicadas al banano de exportación,  generan más de tres millones de dólares anuales. en efecto, cada hectárea le genera unos 1300 dólares mensuales a cada campesino, y todo el sector es aprovechado por unos 80 socios, según los datos que pudo recoger: "Los agricultores me contaron que al mes pueden exportar hasta 20 contenedores de banano durante los meses de invierno [entre julio a diciembre] y más de 25 al mes durante los meses de verano [entre enero a junio]".
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Valor milenario

Por si éso no bastara, un hallazgo realizado el 16 de diciembre de  2018 podría disparar el valor de La Capilla mucho más allá aún. Durante mucho tiempo, los lugareños hablaban del Cerro de la Huaca, como una de las marcas sobre tierra mejor conocidas.

Una huaca era un sitio sagrado para los pobladores peruanos prehispánicos, donde solían edificar estructuras de carácter religioso/funerario. ¿el Cerro de la Huaca en La Capilla lo es también? Hasta ahora, la historia oficial rastrea el paso del conquistador Francisco Pizarro por ese lugar en setiembre de 1532, posiblemente al mes siguiente de fundar San Miguel de Tangarará (Marcavelica).

Azabache y varios pobladores se tomaron el trabajo de buscarlo y llegaron hasta el sitio donde supuestamente estaba ubicado, pero lo que encontraron fue una especie de colina que ha sido aplanada con el tiempo para extender campos agrícolas. De hecho, lo que alguna vez fueron las laderas hoy están llenas de sembríos de camote.

YOUTUBE: Hallazgo del Cerro de la Huaca.


Sin embargo, sí existen trozos de cerámica regados en un promontorio conocido como el Mirador de La Capilla. "Parecen ser cayanas", indicó el agricultor Alfredo Pedrera (40), quien sabía de este lugar desde que era un niño. "Pero nunca estuvimos seguros de qué significaba".

YOUTUBE: Presumibles cayanas en La Capilla. | Mira el álbum


Por si éso fuera poco, parecen haberse hallado piezas de alfarería, también conocidas como huacos, los que fueron aflorando mayormente en la medida en que los agricultores han ido trabajando sus tierras. Estas piezas andan dispersas por las casas de los pobladores, por lo que Pedrera tiene el proyecto de recolectarlos y tenerlos en un solo lugar para que sean estudiados científicamente.

Por lo pronto, mucha de la evidencia gráfica, así como los videos tomados y publicados por Azabache han sido enviados al arqueólogo Daniel Dávila Manrique, colaborador de FACTORTIERRA en la ciudad de Lima, quien ha comenzado a analizarlos. su primera opinión es que La Capilla es una zona de alta probabilidad arqueológica, lo que solo podrá confirmarse mediante un registro de campo, como el que realizó durante 2009 a 2011 en Malingas (Tambogrande) y Chalacalá Baja (Sullana).

"Por las evidencias que me han enviado, pareciera que las piezas de cerámica tenían una utilidad más doméstica, como herramientas de uso diario", ha propuesto. Dávila piensa que haría falta comparar La Capilla con Chalacalá Baja, mejor conservado, perteneciente al Estilo Piura, que pudo haberse desarrollado hace 1100 años; pero aún no se puede afirmar nada al respecto.

""Sobre el Cerro de la Huaca, es evidente que hay una estructura que alguna vez pudo haberse construído sobre la ladera que baja al río Chira, o quizás sobre un promontorio natural, lo que solo podremos confirmar si realizamos una investigación de campo, ya que ahora incluso la vegetación existente no me permite llegar a la certeza del tipo de estructura, pero tiene todas las características de ser arqueológico", añadió.

Su hipótesis es que La Capilla pudo haber sido una ciudadela precolombina donde existían espacios diferenciados según las actividades comunales: religioso, residencial, funerario y militar. La misma disposición existía en otros yacimientos como Tangarará, el mismo Chalacalá Baja, Tamarindo (Paita) o la antigua hacienda Garabato (Marcavelica, Sullana).

"Un indicio de la importancia de este sitio es la existencia de una quebrada o río de curso permanente o temporal, que justifique un asentamiento humano", ha indicado Dávila. Y, curiosamente, hay una quebrada seca que cruza el sector, la que desemboca en el río Chira, como le confirmaron pobladores a Ángelo Azabache.




¿Un petroglifo?

Pero, lo que más llamó la atención de Dávila es una fotografía [sobre estas líneas] en la que se aprecia un trazo sobre piedra, quizás representando un rostro estilizado, que, según Azabache, tiene el doble de largo que una cabeza humana convencional.

Dávila quiere confirmar primero si hay trazos similares en el resto de La Capilla, y si éstos tienen alguna conexión con otros que él conoce muy bien: Malingas (Tambogrande) y Samanga (Ayabaca). Por ahora, éstos dos últimos tienen una fuerte relación con otros registrados y publicados por FACTORTIERRA en Loma Alta y Tunal (Sapillica), y Palo Blanco (Chulucanas).

"Incluyendo lo que me están presentando de La Capilla, la única forma de cruzar información y tener más certeza es inspeccionando los lugares, revisando y comparando con otros ya estudiados, para lo que es necesario que la comunidad se organice con sus autoridades y promueva este tipo de actividades", aconsejó Dávila.

Asimismo dijo que una vez que los estudios concluyan, los sitios pueden ser puestos en valor para actividades ecoamigables como el turismo rural, que puede generar muchos ingresos a las comunidades donde se desarrollan, siempre que se realicen de manera responsable.

Y si alguien pensaba que La Capilla se reduce a campos de banano y posibles sitios arqueológicos, podría equivocarse porque nos falta integrar a una laguna ubicada en la zona baja de la localidad, y que podría ser parte de un humedal que alguna vez se utilizó para rituales de chamanismo. "La gente dice que la laguna cambia de colores conforme la hora del día o la época del año", relata Ángelo Azabache. "Tenemos que regresar para grabarlo".

YOUTUBE: La laguna milagrosa de La Capilla


"Si vives en una zona donde hay una posible evidencia arqueológica, contacta a tus autoridades locales o también a FACTORTIERRA, que ya tiene experiencia sobre protocolos de manejo de estos espacios", ha recomendado el arqueólogo Daniel Dávila.





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