Godorsecio
¿Hay agentes mineros que usan el mismo método para deshacerse de sus detractores?
Por
Liliana Alzamora Flores y Nelson Peñaherrera Castillo
SULLANA, Piura – Un líder ambientalista denuncia atentados contra su entorno y no se calla a pesar de las amenazas. Es asesinado y el asesino deja muchas pistas para descubrirlo. Pero, por alguna razón –y hay documentos que lo prueban- su hijo más cercano en la lucha termina siendo el principal culpable de un hecho luctuoso.
Es el
caso de Arsecio Gonza Castillo; pero, es
el mismo modelo de otro ocurrido en 2001 con el recordado Godofredo García Baca. ¿Se siguió el mismo libreto o
realmente hay una participación dolosa en nombre de una justicia que ha sido
bloqueada? ¿Es un acto de venganza? Pero, ¿de quién contra quién?
El
miércoles 2 de marzo de 2011, cuatro mineros artesanales fueron asesinados
cerca de un socavón, en el caserío de Pueblo Nuevo de Santa Rosa, distrito de suyo, Ayabaca. Comenzaba a amanecer, y los
mineros preparaban un cargamento de roca en una camioneta. Al mismo tiempo,
varios sujetos, posiblemente diez, se acercaron hacia ellos.
Poco
antes de presentárseles, se arremangaron unos pasamontañas para cubrir su
rostro. A continuación, los encapuchados balearon a los mineros matando a
cuatro, y dejando heridos a, por lo menos, unos diez más.
A las
dos de latarde, la Policía llegó a la
casa de Edinson Gonza Chinchay para detenerlo junto con su hermano Neptalí, por presuntamente haber sido los
sujetos del pasamontañas, y prestar su casa para una reunión prebia al
atentado. Junto con ellos fue detenido Anacleto Maza Livia, de quien se
reportó había fugado del Penal de la ciudad de Ayavaca varios meses antes.
al
momento de la detención, la Policía halló un costal donde habían escopetas de
perdigones y sostuvo que fueron las utilizadas en el asesinato. Inmediatamente,
fueron trasladados a la División de
Investigación Criminal (DEINCRI) en la ciudad de Sullana, donde permanecieron
detenidos hasta el sábado 5 de marzo, pcuando en una audiencia se les dictó
prisión preventiva por nueve meses,mientras duraban las investigaciones.
Esta es
la versión oficial, que ha llevado a Maza y los hermanos Gonza ha quedarse presos
en el penal de Río Seco, en Castilla, Piura.
Edinson
una hora
antes de su detención, Edinson Gonza se encontraba en su casa en Pueblo Nuevo, a
menos de un kilómetro del sitio del asesinato. Durante toda la mañana, estuvo
viendo asuntos contables de la comunidad de Santa Rosa, de la que llegó a ser
vicepresidente.
Sabía
del asesinato de los cuatro mineros y había escuchado que en el pueblo de Suyo
se estaba acusando a los comuneros de
ese hecho por haberse opuesto explícitamente a la minería informal. La comunidad había cerrado brechas
sobre el tema y estaba comenzando a tejer alianzas con otras organizaciones de
base y de la sociedad civil. Las reuniones, incluso, llegaron a transmitirse en
vivo. No fue secreto que para ese 5 de marzo, se había programado un cierre de
socavones.
El hecho
es que Gonza se preocupó cuando escuchó por Radio
Cutivalú
que el rumor se había convertido en titular. FACTORTIERRA se contactó con él para conocer su versión. “Me
quiero comunicar con ellos para decirles que la comunidad no tiene nada que
ver”, nos dijo.
Alertamos
a la radio, y poco después ratificaba esta versión al aire. Era la una y 40 de
la tarde. Terminado el contacto, volvimos a comunicarnos con él para conocer
detalles y analizar el impacto del hecho. Gonza fue relatando su reunión con la
directiva comunal hacía unas horas, y los documentos que estaban viendo. Su voz
era tranquila y pausada, como siempre hablaba.
Durante
la entrevista con la radio, se oyó de fondo el sonido de un teléfono: “Era mi
vecina que me llamaba para decirme que la Policía estaba viniendo para acá”. Hasta ese mismo momento, Edinson
Gonza continuaba tranquilo, y se puso a repasar con nosotros el protocolo de
intervención policial, de acuerdo a lo escrito en la Constitución del Perú. Era
la una con 57 y en la radio comenzaban los titulares de cierre. “Tengo que
cortar porque la Policía llegó a mi casa. Luego hablamos”. Fue la última
comunicación que tuvimos con él.
Vil destino
Benicia
Chinchay lo contó entre triste y furiosa. La madre de los hermanos Gonza estaba
sobrellevando el duelo de su esposo, y ahora debía lidiar con sus dos hijos
detenidos. Ella atestigua que cuando Edinson colgó el teléfono, la Policía
ingresó violentamente a su hogar, obligó, entre golpes, a que los muchachos
posaran frente a las escopetas, y se los trajo para Sullana.
La
señora Chinchay confirmó que la policía
confiscó sus teléfonos celulares, los que se mantuvieron prendidos hasta
media tarde, recibiendo llamadas de la prensa que quería conocer reacciones,
sin tener ningún éxito. “Sí… soy Edinson… estoy en la Comisaría de Sullana”,
nos dijo alguien que se hizo pasar por el joven. Tras ello, el teléfono
enmudeció.
La
audiencia donde se dictó la prisión preventiva, el 5 de marzo, fue otro trance para la gente de Santa Rosa y
quienes los apoyaban. Dos Toyota Caldina se estacionaron cerca de la Sala
Penal, ubicada en pleno centro de Sullana. Quince personas, la mayoría madres
jóvenes con sus hijos, bajaron y comenzaron a agredir física y verbalmente a
quienes apoyaban a los comuneros.
Los dos
conductores desaparecieron rápidamente en un consultorio jurídico justo al lado de la corte. Antes de ser recluido en
Río Seco, Edinson y el Fiscal Raymundo Peñafor Asto Gutarra se vieron las caras
de nuevo, aunque esta vez, en roles
distintos.
Balanza
trucada
Tras el
asesinato de Arsecio Gonza, el 22 de agosto de 2010,Edinson fue el propulsor de
la causa, y continuamente visitaba la Fiscalía en Suyo confiando que la
justicia se manifestaría pronto. Habían
indicios fuertes que conducían al asesino, al que el muchacho había
identificado.
el
fiscal a cargo de la investigación fue Raymundo Peñafor Asto Gutarra, pero, a
pesar de la presión de Gonza, no había resultados. Y los papeles parecían estar
aferrados como piedra. Hasta su cambio, en enero de 2011, no hubo avances ni
tampoco explicaciones de la falta de resultados. Los reemplazantes tampoco
hicieron mucho por la causa.
Ahora,
en cuestión de tres días, teníamos un encarcelado; pero no era el asesino de
Arsecio Gonza, aunque, a falta de una, se le colgaron cuatro vidas en medio de
varios datos confusos.
Cómo meter un círculo en un cuadrado
Cuando todo estuvo calzando, incluso un conveniente testigo
menor de edad que aseguró haber visto el rostro de los encapuchados, y estuvo
bajo custodia policial,resultó que las balas halladas en los cadáveres no eran
del mismo calibre de las escopetas. Trascendió que Edinson Gonza admitió ser
propietario de las armas, pero los proyectiles disparados contra los mineros no
serían consistentes con aquéllas. La Policía se calló. al menos lo hizo
con la prensa que comenzó a cuestionarla.
El acabóse vino cuando Benicia Chinchay denunció que el
jueves 3 de marzo, efectivos policiales incursionaron en su casa mientras ella
acompañaba a sus hijos en Sullana. “Entraron a mi casa, obligaron a declarar a
mis nueras, se llevaron cosas de mi esposo, de mis hijos y un dinero que
teníamos guardado”, Dijo a FACTORTIERRA. La Policía no ha desmentido ,
abiertamente, tal versión.
Especialistas en derechos humanos sostienen que el proceso
de detención, y aún la prisión preventiva tenían irregularidades y estaba lleno
de contradicciones desde la parte acusadora. Dicen que, contra lo previsto en
la ley, los presuntos autores del asesinato no fueron liberados cuando se
cumplieron 24 horas de detención, o que el encarcelamiento no se justificó ya
que, al ser comuneros –y en el caso de Edinson, dirigente- no existía peligro
de fuga debido a su arraigo dentro de ella.
Y en el caso de Maza, si se sabe que un prófugo debe ser
inmediatamente capturado y se conocía su paradero, ¿por qué no seprocedió sobre
este particular oportunamente? Lo último fue que la prueba de absorción atómica
dio positivo para Maza y los Gonza. Pero. ¿son los niveles legalmente
requeridos para acusarlos?
La pista
La Policía ignoró hechos clave. Dos mesesantes de los
sucesos de Suyo, un policía retirado fue asesinado a balazos cerca de la ciudad
de Tambogrande, mientras se dirigía a la de Piura. También transportaba
mineral en un vehículo, y fue interceptado por encapuchados.
Un ecuatoriano que vivía en Cachaco, distrito de Suyo,
fue muerto bajo el mismo sistema unos meses antes, y los asaltos a mineros
transportando roca eran usuales pero no resueltos. Uno de ellos con subsecuente
muerte (reportado) fue el del ganadero Franklin Culquicóndor,
acuchillado en un caserío ubicado a veinte minutos del lugar del asesinato de
los mineros, aparentemente, al amanecer del lunes 14 de marzo.
Dos mártires
La última vez que un civil fungió de policía en este
tipo de casos fue cuando asesinaron a
Godofredo García Baca, el 31 de marzo de 2001. Un encapuchado disparó contra el dirigente
emblemático del caso Tambogrande y lo dejó morir mientras huía por el cerro
Somatillo, en Somate, distrito de Sullana. A
pesar que Ulises García, hijo del líder y testigo directo del crimen presentó
una serie
De evidencias que terminaron conectando con Meléndez
Zapata Atocha, las autoridades no movieron un dedo hasta que el caso desbordó
las fronteras del Perú.
Incluso, la Policía deslizó la posibilidad que Ulises hubiera
sido el asesino. También hablaron de una pprueba de absorción atómica que había
dado positivo. Pero se descubrió que los niveles eran inferiores a los
requeridos para acusar a alguien. Más por presión que por ánimo de trabajar,
Zapata fue condenado a prisión. Pero nunca se supo quién mandó a asesinar a
Godofredo.
Diez años después, Zapata, Maza y los Gonza compartieron la
misma prisión. No es el único denominador común. La empresa para la que
trabajaban los mineros artesanalesASESINADOS tiene una base en Las Lomas, según
un documento de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y energía, al que FACTORTIERRA tuvo acceso.
Dos semanas antes del asesinato de García, dos personas de
Las Lomas pidieron hablar con él, haciéndose pasar por empleados de Minas
Buenaventura, que tiene intereses en la región. El dirigente los expulsó violentamente
de su entonces propiedad que ha sido ocupada por intereses ligados a la
minería artesanal.
¿Quiénes se están vengando?
El asesinato de los mineros en Suyo fue señalado por los
defensores de esa actividad como un acto de venganza de quienes se oponen a
ella. Si eso es cierto, la justicia
debería determinarlo; pero las similitudes con el caso García Baca son, al
menos,intrigantes. Quizá lo que resolvió a la larga el caso de García fue su
constante visibilidad y su cercanía con Piura, lo que permitía un flujo
constante de información, a pesar que la Internet de entonces era muy lenta; en
el escenario Arsecio, tenemos hechos lejanos, de acceso complicado, y con menos
visibilidad.
en ese sentido, como los García estaban en Piura,
ignorarlos era difícil; pero, como los Gonza viven lejos, ocultar su reclamo
fue fácil, y, para evitar problemas, se les acusó y se les trajo a Sullana,
donde hay más acceso para los medios.
Mientras tanto, Venicia Chinchay estuvo sola en Pueblo
Nuevo. La acompañaban sus nueras y esporádicamente el abogado Quique Rodríguez
-quien trabajó prácticamente gratis y en medio de agresiones mineras. Algunos dirigentes del auto-desarticulado Frente de Defensa del Valle de San Lorenzo y Tambogrande también estaban a la expectativa de ellas, y una
organización de derechos humanos en Limma estaba prestando soporte legal.
Fuera de ellos, los Gonza Chinchay estaban solos, víctimas
del propio sistema para el que intentaban preservar espacios donde la vida
saludable siga siendo posible.
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