La laguna blanca
Una visita a la naciente más occidental del río Amazonas.
Escrito y fotografiado por Ronald Benites, Especial para FACTORTIERRA.
EL CARMEN DE LA FRONTERA, Piura - La sierra siempre nos fascinará por muchos motivos: la majestuosidad de los macizos, los paisajes, el clima frío, incluso la cultura. Quizás tiene que ver con esa fascinación de sentirnos más cerca del cielo, por lo menos para quienes lo sentimos así.
A mí me encanta la sierra; estoy aprendiendo a amarla. Si de mí dependiera, aprovecharía cada oportunidad que tenga para venir hasta aquí, respirar el aire puro, gozar el entorno.
Ya me he declarado un activista de este tipo de espacios, así que lo coherente siempre será venir tanto como me sea posible, como ahora. Estoy en un auto que está ascendiendo desde la ciudad de Huancabamba porque mi meta de hoy es llegar hasta la laguna Shimbe, origen del río Huancabamba, y, si miramos en el mapa, la naciente más occidental del río Amazonas.
La Shimbe o Laguna Blanca, cuyo significado nadie me precisa (en quechua podría ser cinturón y en caranqui podría ser paloma), está ubicada a 3236 metros de altitud , a unos 40 km al norte de la ciudad de Huancabamba, la que a su vez está a 215 km al este de la ciudad de Piura yendo por tierra. Aunque a simple vista parece ser la más extensa de las Huarinjas o Huaringas, no hay datos disponibles sobre su volumen; lo único seguro es que, por su altitud, ya es parte del ecosistema jalca o páramo piurano, que comienza a los 3000 metros.
De Huancabamba a Guar Guar hay una hora en auto. Es un salto de 900 metros aproximadamente, según calculó FACTORTIERRA en una asignación de campo en 2009. En esta localidad se acaba el ecosistema bosque de neblina.
Tanto la jalca como el bosque de neblina son claves para la generación del agua de todo el departamento de Piura y el norte del departamento de Cajamarca: la humedad que asciende tanto del Océano Pacífico (al oeste) como de la gran Planicie amazónica (al este) choca aquí debido a que estos picachos son los más bajos de toda la Cordillera de los Andes; no más arriba de 3900 metros de altitud.
En vez de formar nevados crean tal humedad, la que es absorbida por la mata vegetal existente, contenida en el subsuelo y depositada en sus partes más bajas debido a la gravedad terrestre. Eso explica las lagunas. Y eso también explica el frío. En Guar Guar termina la protección del vehículo, y nuestras opciones son ir a pie o a bestia. de aquí a la shimbe todavía hay dos horas de camino.
La primera estampa que uno tiene es el del típico pueblo serrano con sus casitas dispersas, humareda en los techos y una combinación de autos de todo tipo y animales de carga; pero si uno mira con más atención en los árboles circundantes, notará indicios de tala. Algunos lugareños me lo confirmarán posteriormente, y eso es un problema, pues, si arrancas los árboles de raíz, debilitas el suelo. Cuando venga la lluvia, el daño será más evidente porque acelerará la erosión. De nuevo: recordemos que esto es la sierra y las laderas abundan aquí por donde mires.
Decidimos ir a bestia junto a un guía. Y será necesario porque no hay señales en el camino; la última se ha quedado unos pasos atrás en Guar Guar. Sin embargo, el camino de herradura está en buen estado... por lo menos para mi gusto, que está habituado a jornadas de entrenamiento físico fuertes tanto bajo techo como al aire libre.
Debido a la altitud, la gente no aclimatada sentirá que le falta el aire durante el ascenso, ascenso casi imperceptible, pero ascenso. Recordemos que si las estimaciones de FACTORTIERRA son correctas, son unos 400 metros más cuesta arriba.
Avanzamos el camino sin inconvenientes. El guía me cuenta que le gustaría tener algún proyecto en su pueblo que le permita ir superando la pobreza. "¿Y por qué no cultivan hortalizas?", le pregunto. "¿quién cultiva hortalizas?", me replica. "Yo", le digo, recordando mi huerto casero en Chulucanas, donde vivo, otra de mis aficiones.
Conforme vamos avanzando, el bosque se hace más ralo y comienzan a predominar los arbustos de troncos caprichosamente retorcidos: queñoales. A ras de suelo, el césped natural grande e hirsuto se transforma en una paja más dura: el ichu. Damas y caballeros, bienvenidos a la jalca.
Tras ascender una lomita, al fondo aparecen una cadena de cerros, que en realidad es la Cordillera de Huamaní, donde están todas las Huarinjas, y una especie de acantilado del lado derecho. estamos avanzando de sur a norte. Conforme seguimos más al norte, comienza a divisarse la laguna, como si fuera una plateada lengua de agua.
El guía nos detiene y nos dice que es momento de pedir permiso para entrar al entorno de la Shimbe. "¿Trajeron Agua Florida?", nos pregunta. Nos miramos con cara de extrañeza. ¡Nadie nos advirtió que debíamos venir preparados de ese modo! sin embargo, el hombre se da cuenta que llevamos fruta y nos cuenta que también el espíritu de la laguna aprecia mucho el aroma de las limas y las naranjas.
Hacemos nuestra ofrenda, orientándola a los cuatro puntos cardinales, los que aquí son fáciles de identificar: la laguna al norte, el camino que hemos andado al sur, al oeste una serie de cerros y al este una especie de acequia de hermoso canto. "No es una acequia; es el río Huancabamba", aclara el guía. Bueno, todo río nace básicamente como una humilde acequia, ¿no?
Más adelante me daré cuenta que, manteniendo la misma orientación, el río nace en la esquina derecha del reservorio natural, esto es en su extremo sureste. ¿Y esa acequia luego forma el río amazonas? está bien, está bien, no acequia, río Huancabamba. No peleemos. Odio pelear.
Tras el rito de entrada, avanzamos, y mi emoción crece y crece más a cada paso. Y de pronto siento esa pertenencia a la Naturaleza, como si fuera uno con ella. No podría describirlo; solo se siente y ya.
Al fin llegamos a la orilla. Doy gracias a Dios por la travesía, por estar a salvo. A lo largo de la orilla, algunas personas se quitan la ropa para entrar al agua, ya que es parte de sus procesos de curación. Se dice que la Shimbe tiene poderes medicinales. No pienso discutir si éso es científicamente plausible; la energía es evidente.
"Va a meterse al agua?", me pregunta el guía. No tengo problemas en qquitarme la ropa, pero siempre es bueno una probadita por si acaso. Me quito los zapatos y meto mis pies en la orilla... ¡Achachayyyy! ¡Esta agua no está fría: está helada! Lo siento. amo la Naturaleza pero también soy muy friolento, así que solo me termino de mojar mis pies y mi cabeza mientras pido mis deseos. Varias personas me aseguran que esta agüita es milagrosa, y tengo fe que sí.
Claro que si la gente usara los depósitos de basura para colocar la basura, y éstos recibieran algo de mantenimiento, el cuadro sería perfecto. La majestuosidad de este lugar merece que cuidemos al máximo esos detalles por un criterio de simple respeto al entorno y al visitante. Media hora más y emprendemos el camino de regreso.
Dicen que los favores de la Shimbe son constantes en tanto tú también la visites constantemente. Y adivinen qué: quiero regresar tan pronto me sea posible.
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