Encima de un cementerio tallán
Lo que había en San Miguel de Tangarará antes de su fundación española.
Por
Nelson Peñaherrera Castillo
MARCAVELICA, Piura - La historia de Tangarará no comenzó donde se ubica ahora. La localidad actual se edificó luego que El Niño de 1925 incrementara el río Chira borrando el sitio original de la fundación española por el conquistador Francisco Pizarro, quizás un 15 de agosto, pero definitivamente de 1532.
Lo que sabemos ahora es que Pizarro tampoco edificó una ciudad. Si bien se hizo el acto de fundación y se celebró la primera misa de Sudamérica, no hubo tiempo para planificar una, aunque sí se la bautizó como San Miguel, y mas bien pareció ser un puesto de avanzada en el proceso de conquista del Imperio Incaico, entonces resentido por un profundo cisma político.
"Los españoles se quedaron solo dos años porque donde sí edificaron una ciudad es en Monte de los Padres", recuerda el promotor cultural Milton Murguía Calderón, quien tiene a cargo una sala que funciona a manera de museo, cuya principal finalidad es contar lo que pasó antes de la llegada de los españoles. El proyecto fue gestionado con Jamer Castro Barranzuela, otro vecino suyo apasionado por la historia del pueblo.
En efecto, se sabe que tras la fundación en Tangarará , en el valle del Chira, los españoles se mudaron al sitio que hoy se conoce como Piura La Vieja, en La Matanza (Morropón), ya en el valle del Alto Piura. Antes de partir, Pizarro tuvo que sofocar una presunta rebelión de varios caciques locales, entre ellos Tangara Arak (quizás del tallán "ribera del río"), quien junto a otros doce murieron en la hoguera.
Lo que pasó antes de 1532 ha
sido una especie de enigma hasta que las investigaciones arqueológicas,
iniciadas en 2001 por los arqueólogos César Santos y Cinthia Seminario, fueron
revelando las primeras piezas de un rompecabezas que, aún hoy, sigue incompleto,
y Murguía y Campos son los encargados de irlas recolectando.
Quizás las más interesantes son varias osamentas femeninas y de infantes, que podrían datar de 1520, algo más de una década antes de la llegada oficial de los españoles. Y junto a ellas, tres piezas huecas de arcilla, de unos 15 a 18 cm de largo, y otros 15 cm de contorno, posiblemente representando a una mujer.
Murguía las llama "las figurinas", por su parecido a la escultura de oro macizo hallada en el cerro Callingará, distrito de Frías (Ayabaca), a mediados del siglo pasado. La diferencia entre ambas figuras, aparte del material, es que la de Frías tiene dos zarcillos colgantes mientras que las de Tangarará parecen tener una diadema con dos pequeñas prominencias a manera de cuernos.
Los arqueólogos creen que la figurina de Frías puede ser de origen Vicús, mientras que la de Tangarará puede ser de origen tallán. El caso es que entre el fin del periodo Vicús y la datación de las piezas del Chira habría un vacío de nueve siglos.
El arqueólogo Daniel Dávila,
colaborador de FACTORTIERRA, cree que pertenecen al Estilo Piura (1100-1470
D.C.)
El río-mujer
Murguía asegura que el significado de la obra de alfarería no ha sido explicado hasta hoy, pero se podría inferir que los antiguos sentían una fuerte conexión con la feminidad. "El río Chira, el antiguo Turicarami [como se le nombraba en lengua tallán], sería semejante a una mujer", cuenta. "Los antiguos decían que cada mes sus aguas se coloreaban de rojo, como si se tratara de una menstruación".
No hay una explicación al fenómeno, pero cabe recordar que el curso medio del Chira posee una mezcla de suelos arenosos, arcillosos y limosos. Probablemente ésto pueda producir la coloración. Volviendo a los tallanes, esta representación de la feminidad podría estar ligada al culto a la luna (conocida como Shi), la que determinaba la fertilidad. Y cuando eres un poblador en un valle flanqueado por una extensa faja desértica, éste es un punto crítico para tu supervivencia.
"Además, se dice que hasta ahora el Chira se enamora de los hombres que se bañan en sus aguas, a quienes los atrapa", relata Murguía. "Todos los ahogados en el río son varones; no encuentras ninguna mujer".
Aunque, habría que indicar que es costumbre en la zona rural de Piura que los varones bajen a los ríos, quebradas o canales a bañarse solos, a veces en compañía de otros varones. Son muy pocas las mujeres que siguen esta práctica por su cuenta, y mas bien es común verlas acompañadas de sus parejas varones o sus hijos e hijas.
Otro dato para el análisis es que el nombre actual del río fue asignado por los españoles -los tallanes lo llamaban Turicarami- en reconocimiento al único cacique local a quien le habrían perdonado la vida. Hasta hoy, el apellido Chira (y sus variantes La Chira y De La Chira) subsiste en el área de Sullana y gran parte de la costa de Piura.
"Los antiguos tallanes solían asentarse en la orilla del río y dejar las zonas altas para sus cementerios", explica Murguía. El caso es que los tallanes también tuvieron que lidiar con los eventos El Niño, que traen crecientes. Hasta ahora, esta anomalía climatológica es uno de los factores determinantes en la vida de los pobladores de Piura, comenzando por la alteración de sus espacios habitables.
El actual San Miguel de Tangarará es una versión que está a punto de cumplir un centenario de existencia, luego que las lluvias fuertes de 1925 inundaran el pueblo que se formó en torno a la fundación española y quizás indígena. Como en 1932 se conmemoró 400 años del hecho, las autoridades organizaron como pudieron un asentamiento en torno a un obelisco donde hay una placa conmemorativa y la réplica de la réplica de la cruz que Pizarro usó para fundar San Miguel: la réplica está en el museo de sitio, y la original se supone que está en el Museo de la Nación en San Borja, Lima.
Y debido a la presión del cuarto centenario, el actual San Miguel de Tangarará terminó edificándose sobre el antiguo cementerio tallán, donde hay enterradas cerámica y osamentas, además de las que se exhiben en el museo. "Todo el mundo sabe que cuando excavas en Tangarará o [el pueblo vecino de] Santa Sofía siempre encuentras huacos [vasijas de cerámica], pero más en Tangarará", observa uno de nuestros productores científicos.
Y el dicho se cumple. Además de las momias y los ceramios, Murguía asegura que se ha encontrado porras de piedra presuntamente incas; y si no fueron incas, ¿qué pueblo pudo usarlas como armas ofensivas? "Lo que tenemos es solo la décima parte de lo que alguna vez estuvo aquí", estima. "Se dice que el resto se lo llevaron los hacendados", quienes administraron el área hasta 1968.
Y éso crea una nueva controversia: si todo área arqueológica es intangible, y San Miguel de Tangarará está sobre una (mucho antes de que lo supiera), ¿qué hacer con sus habitantes? Por ahora pueden seguir viviendo en la zona, pero bajo compromiso de notificar a Murguía si encuentran algún vestigio arqueológico.
Pero no les bastaba con estar
cerca de la orilla del río. Ahora se sabe que los tallanes eran capaces de
represar las aguas de sus ríos para garantizarse el abastecimiento de líquido. A unos 300 metros al sur del
centro actual de Tangarará existe evidencia de una presa que se atribuye a los
tallanes, y que el río Chira sedimenta o vacía según su patrón de
crecientes. Recordemos que cuando los españoles hicieron la cuarta fundación de
San Miguel, en 1583, se ubicaron junto a la presa tallán de Tacalá en el río
Piura, de la que ahora no queda evidencia.
Unos cien metros orilla adentro, además, hay una estructura enterrada que podría ser una huaca o sitio sagrado, sobre la que se edificó la primera casa hacienda española, que fue usada desde 1968 como la sede de la cooperativa agrícola local, y actualmente derruida por la lluvia y las crecientes. Murguía asegura que bajo la costra de tierra hay una estructura prehispánica con muros y hasta túneles.
Hace falta excavar arqueológicamente el lugar para confirmar o descartar el dato. Sin embargo, las dimensiones de la presunta construcción podrían ser unas ocho a diez veces más grandes que las reportadas en Chalacalá Baja, como conoció FACTORTIERRA. Solo tras ese procedimiento será posible entender qué tipo de legado hay aquí, cómo se conectan las piezas que ahora custodian Murguía y Campos, y cómo podrían insertarse en la cadena de valor basada en el turismo.
Fotografías por César Rivas para G&R. © 2018 Asociación Civil Factor Tierra. Todos los derechos reservados.
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