Un balneario tradicional bajo asedio

Por aire, mar y tierra, grandes y pequeñas han sentenciado de muerte a Colán

 

Por Nelson Peñaherrera Castillo

 


COLÁN, Piura –
Antes que Máncora la relegara a un segundo lugar –que también está perdiendo—, éste era el balneario piurano por excelencia. Ahora está condenado a irse degradando, ahogado por los intereses corporativos y comunales que pueden barrer siglos de tradición, como la vez que hirieron al acantilado que lo resguarda.

 

La Esmeralda de Colán, mejor conocido como Colán a secas, está a merced de la contaminación de sus aguas y de las olas que amenazan las construcciones próximas a (por no decir encima de) la orilla del mar. Un fenómeno natural es el verdugo que la condena a una muerte lenta.

 

La confluencia de las corrientes de Humboldt y de El Niño también trae animales muertos que quedan varados en las orillas: marsopas, lobos de mar y delfines han sido reportados en la zona. Miguel Alarcón Ato, presidente de la Asociación de Residentes y Propietarios de La Esmeralda, sospecha que la combinación de desagües industriales desde la ciudad de Paita, al sur, y posibles derrames de hidrocarburos desde el norte generan la mortandad.

 

Desde mediados de 2011, ha documentado y exigido la presencia de autoridades judiciales para que verifiquen daños al medio ambiente, que, dijo, terminarán afectando a su hogar en la playa, ya que él reside en la ciudad de Piura.

 


La mar no estaba serena

Colán recibe su nombre de la etnia que vivía muy cerca de la actual La esmeralda. Fue un pueblo dedicado a la pesca que, a la larga, se hizo parte de los tallanes, que se asentaron en la costa de Piura, a inicios de nuestra Era.

 

Colán también era el nombre de su lengua. El arqueólogo Daniel Dávila Manrique, colaborador de FACTORTIERRA, explica que se extendió hasta lo que ahora conocemos como el Medio y Alto Chira, casi 70 km hacia el este. Es distinto al sec, que aparentemente se hablaba hacia el sur, entre la actual provincia de sechura y el departamento de Lambayeque.

 

Tras la conquista española, en 1532, aquí se habría instalado una reducción, un pueblo compuesto por aborígenes a quienes se obligó a dejar sus tierras para concentrarse en tareas muy especializadas. Colán se enmarcó en la pesca. Esta fue la base de la Comunidad Campesina de San Lucas de Colán, cuya principal evidencia es un templo católico que está a orillas de la carretera que va a La esmeralda, a un kilómetro al este.

 

Dávila sugiere que la reducción pudo haberse ubicado al sur (detrás) del templo, pero hoy desaparecida por un posible incendio. “Hace un tiempo inspeccioné la zona y vi unos montículos pre-hispánicos y depósitos de conchas marinas”, relata.

 

Incluso el templo, posiblemente edificado hacia 1570, se asienta sobre uno de ellos; pero la construcción actual podría haberse realizado en el siglo XVII. Al norte de la carretera está el pueblo de san Lucas de Colán, una caleta de pescadores con una peculiaridad: su lejanía con la playa.

 

En 1996, el astrónomo Abraham Levy, que hoy administra un servicio privado de pronóstico del tiempo, contó en la Universidad de Piura que inicialmente el mar lo bañaba, pero sucesivos El Niño fueron retirando la orilla. La mejor evidencia es una franja de dunas ensalitradas entre ese pueblo y La Esmeralda, donde el arqueólogo Dávila halló evidencias arqueológicas.

 

Pero, hay otro fenómeno que pudo haber retirado el mar. Sobre el acantilado que corona san Lucas de Colán, está el Tablazo de Paita, una planicie con asociaciones arbustivas –que en Piura llaman despoblado—, que cada año se va elevando de dos a tres centímetros debido a acciones tectónicas. La causante es la placa de Nazca, muy activa durante 2014 aunque sin la violencia manifestada en el sur peruano y toda la franja chilena.

 

Sin embargo, la globalización le podría estar jugando una mala pasada a La Esmeralda. La segunda mitad de 2011 ha sido prolija en oleajes fuertes. El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología dice que se originaron debido a una actividad inusual del Anticiclón del Pacífico sur, que trajo más viento y movió más flujo de agua. Esto obligó a las Capitanías de Puertos de todo el litoral peruano a prohibir la salida de pescadores artesanales.

 

Además, eventos como el terremoto de Japón del 11 de marzo de 2011, que alcanzó una magnitud 9,0 en la escala Richter, y que barrió su costa nor-oriental, tuvo efectos en Piura la noche siguiente. A pesar de la minimización de las autoridades, la población costera en la provincia de Paita vivió la zozobra cuando vio que el mar se rettiraba y regresaba con fuerza. En La Esmeralda, el agua entró 100 metros playa adentro, no como una ola, sino como una marejada.

 

Muchas casas y hoteles de lujo que se encuentran prácticamente en las rompientes, fueron afectados. Otro sismo se registró al sureste de Japón, a sólo media hora de iniciado 2012 (tiempo de Lima), y al atardecer de ese día, nuevamente grandes olas asaltaron la playa sin causar daños. Y de nuevo nadie lo advirtió.

 


La cloaca

Pero lo que está poniendo en sobresalto a la población de este balneario es un problema que tiene décadas. La pesca de gran escala ha permitido que la ciudad de Paita se industrialice. La mayor parte procesa harina de pescado, cuyos desagües se vierten directamente al Océano Pacífico. Paita está ubicada en el extremo sur de la bahía del mismo nombre.

 

En noviembre de 2011, la Dirección de salud Ambiental de la Sub-Región Luciano Castillo, con sede en la ciudad de Sullana, tomó muestras del agua  de mar frente a Paita, y encontró lecturas que fluctúan entre los 850 y 950 partes contaminantes (coliformes termotolerantes) por cada 100 ml de agua.  La Organización Mundial de la salud dice que mil partes por cada 100 ml de agua ya es motivo de preocupación por las personas.

 

Las lecturas aumentan más junto a los desagües de las fábricas procesadoras de productos hidrobiológicos, que vierten sus aguas servidas mediante mangueras submarinas. Alarcón ha señalado como presuntos contaminadores a la estación Naval de Paita, las pesqueras Hayduk y Austral, y la propia ciudad, cuyo servicio de alcantarillado es administrado por EPS Grau. La ciudad de Paita está al suroeste de La esmeralda, todavía bajo la influencia de la Corriente de Humboldt.

 


Causa identificada, origen indeterminado

El norte es el frente hidrocarburífero. En la plataforma continental está Savia, de capitales mayormente colombianos, y en la costa, donde desemboca el río Chira, Olympic estaba explorando yacimientos de petróleo. La segunda se ha enfrascado en una riña que degeneró en violencia con la Comunidad Campesina de san Lucas de Colán, propietaria del suelo, debido a un contrato de usufructuo que, aparentemente, no la beneficia.

 

Una audiencia en el pueblo de san Lucas terminó en una trifulca con la Policía Nacional, y el arresto del alcalde delegado porque se opone a la presencia de Olympic, cuyos funcionarios, según testigos, grababan todo en video desde una camioneta. Gran parte de los desentendimientos entre la empresa y la comunidad se deben a la circulación de tránsito pesado en las trochas, que apenas soportan camionetas, o por lo menos esa es la versión comunal. La petrolera no se ha inmutado ante los señalamientos.

 

Adicionalmente, Miguel Alarcón detectó unas manchas de hidrocarburos en el océano, algunas de las cuales terminaron impregnándose en la boca de ciertos mamíferos predadores como los lobos de mar, algunos de los que murieron. Alarcón sospechó de savia, pero ésta ha negado las acusaciones. Sin embargo, sigue encontrando esas manchas en una porción de agua que va desde el norte de La Esmeralda hasta la desembocadura del río Chira, lo que da un rango de 10 km.

 

En esa extensión, la Organización Científica para la Conservación de animales acuáticos (ORCA) ha descubierto una diversidad de peces , delfines pico de aguja bebés, y marsopas, todos muertos y varados en la orilla. “El monitoreo de impacto en la orilla reveló la presencia de una sustancia negruzca, grasosa, compatible con hidrocarburos en varios sectores de la

playa”, dijo a los medios.

 

Tras el hallazgo, los mamíferos fueron sometidos a autopsia con la presencia de la Fiscal del Medio ambiente de Piura, Carmen Niño, que, a su vez, ordenó tomar muestras para un análisis posterior. Aunque ORCA no halló signos de derrame de hidrocarburos, sospechó que éstos son la causa de muerte de los mamíferos varados. Explicó también que su presencia en sus organismos, aún en desarrollo, deprimen su inmunidad debido a que no pueden ser metabolizados.

 

¿Pero podrían ser la única causa? Recordemos que parte de los restos fueron encontrados cerca del delta del río Chira, que, según Alarcón, lleva sus sedimentos hacia el sur donde está La Esmeralda, gracias a la Corriente de El Niño. Este río, en Sullana, unos 60 km al este de La esmeralda, registra hasta 266 mil partes contaminantes por cada 100 ml de agua.

 

Según OXFAM, éste es el segundo río más contaminado de la costa peruana, y el Gobierno Regional de Piura lo declaró en diciembre de 2011 bajo emergencia ambiental, pero hasta la fecha se desconocen planes para mitigar sus daños.

 


Algo apesta

Si bien el Valle del Chira es el emporio del banano orgánico para exportación, también lo es para el cultivo de caña de azúcar destinada a la obtención de etanol. La producción estaba inicialmente a cargo de MapleEthanol, que del lado nacional tenía al poderoso Grupo Romero. Su sede local  está en el distrito de La Huaca pero sus efectos se perciben y huelen en todo el Bajo Chira, que, básicamente, apesta hoy operado por otra corporación de capitales peruanos.

 

La entrada a Colán también apesta, pero a calamar (pota), debido a una fábrica de capital ecuatoriano, Industrias Bioacuáticas Talara, que, a decir de Miguel Alarcón, representa un peligro para el aire y la seguridad de otras fábricas cercanas y la población circundante. Más allá se yerguen los tanques de almacenamiento de etanol anteriormente asignados a Maple.

 

Con tal de facilitar el embarque del combustible, se rompió el acantilado para tender un ducto que iría a un muelle multi-boya, que, a pesar de la oposición de La esmeralda, fue aprobado por la Autoridad Portuaria nacional, según una noticia publicada por la agencia oficial Andina, el 24 de enero de 2012. Esto le concede a la empresa poco más de 14,8 hectáreas de mar para sus operaciones.

 

Alarcón sostuvo que esta construcción resta línea de playa y zona marítima para el esparcimiento de los lugareños, la pesca artesanal y el desarrollo de la biodiversidad. A pesar que estas objeciones fueron sustentadas en el Congreso de la República, el cabildeo para evitar la destrucción del paisaje no ha dado resultado.

 

Todas las autorizaciones de operación fueron otorgadas durante la administración del expresidente Alan García Pérez, quien abrió de par en par las puertas a la inversión a cualquier costo, con tal de sostener el crecimiento macroeconómico nacional. Aún así, laex congresista por Piura, Karla Schaefer Cucculiza, dijo a FACTORTIERRA que estaba asumiendo los casos relatados aquí con tal de exigir el cumplimiento de la ley, esto es, “que se respeten los reglamentos sobre protección al medio ambiente”.

 

El Código Penal del Perú contempla a la contaminación como un delito, y ya hay denuncias abiertas ante la Fiscalía del Medio Ambiente de Piura; pero no se llamó a las partes a un proceso legal para definir el destino de la Bahía de Paita, y cada presunto contaminador tiene un expediente distinto, lo que sumado a la lentitud del Poder Judicial, nos dará años de peleas, sentencias y apelaciones.

 

Lo paradójico del caso es que muchos de los residentes de La esmeralda son funcionarios de alto nivel, empresarios locales y nacionales o emprendedores que parecen no tener la influencia debida para librarla de una degradación económico-ambiental segura.  Por si eso fuera poco la propia Municipalidad Delegada de San Lucas de Colán aportó lo suyo iniciando un programa de expansión urbana justo donde se está investigando un sitio arqueológico, al sur de su quincuagésimocuatricentenario templo.

 

La institución fue enterada por una especialista, pero se intentó sepultar el dato.  Es más, sobre el área se llegó a  programar una competencia de moto-cross. Mientras tanto, los animales seguían muriendo en el mar y apareciendo en la Playa como evidencias de la irracionalidad de la especie, dicen, más racional.

 

Agradecemos la colaboración de Eusebio Bolo, en Paita. © 2012 – 2016 Asociación Civil Factor Tierra. Todos los derechos reservados. Las fotos en esta entrada son cortesía de Margarita Rosa Vega, Miguel Alarcón y ORCA.  Mira y comenta más fotos en Facebook.

 

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