Los Peroles de Cascapampa

Un proyecto de turismo rural comunitario a la entrada del valle de Huancabamba. 


Por Ronald Benites Rangel. Fotos por Emmanuel Fernández Cardoza y Éricka Ramírez Guerrero



SONDORILLO, Piura - En el tramo entre el punto en que la carretera de Piura a Huancabamba alcanza su máxima altitud, en el paraje conocido como Cruz Blanca, y la llamada ciudad que camina, el paisaje serrano está hecho para que te enamores. ¿De qué o de quién? No importa. Solo enamórate.

Y con ese paisaje que encanta la vista será difícil que nos demos cuenta que a unos 40 km antes de llegar a la ciudad de Huancabamba y 25 km tras ascender desde Canchaque está Cascapampa,una comunidad dedicada a la agricultura y la ganadería, a unos 170 km al este de la ciudad de Piura por carretera.


Cascapampa
(posiblemente del quechua "llanura áspera")está en la ladera oriental de la Cordillera Occidental de los Andes, a unos 3180 metros de altitud, formando parte del valle del río Huancabamba, el afluente más occidental del río Amazonas. Y la razón por la que deberíamos detenernos aquí es un proyecto comunitario que está aprovechando ese paisaje, su propio ecosistema, ya en la ecorregión que conocemos en Piura como páramo o jalca,  y una laguna singular.


El sitio es popular por ser una parada obligatoria para comprar quesos, especialmente en el trayecto de retorno a la ciudad de Piura. Al llegar tenemos que identificar una trocha y avanzar por ella unos 7 km más. Al momento de producir este informe, las lluvias la han deteriorado considerablemente, pero los sembríos y los bosquecillos de pinos bien valen la pena los baches.


Tras 20 minutos cuidando por dónde meter el vehículo, y siempre rodeados de bosque, llegamos a un recreo campestre. Se le conoce como los Peroles de Cascapampa, un proyecto de turismo rural creado y administrado por la propia comunidad, y construido con aportes de la Municipalidad Distrital de Sondorillo.

 En Piura, es común llamar peroles a las piscinas naturales creadas o halladas por el agua a medida que abren su cauce. Aquí en la sierra, su particularidad es que parecen haber sido excavadas por siglos de erosión del agua cayendo en cascadas sobre ciertos lechos rocosos, los que están siendo potenciados como atractivos turísticos.


En el caso de Cascapampa, la comunidad construyó un recreo que tiene espacios libres para caminar o compartir un refrigerio, una piscigranja, un restaurante donde se puede degustar parte de la producción de esa piscigranja y un albergue de unas 15 plazas, cuyo costo por noche es 30 soles o siete dólares al cambio actual. El acceso general cuesta dos soles o casi medio centavo de dólar. Un comunero nos da una amable bienvenida.

Todos los fondos que el recreo consigue se reinvierten en el mantenimiento del lugar. A mí me parece que con tanta belleza junta, la comunidad tendría que hacer una campaña de mercadeo algo más agresiva (por éso escribo este artículo) para que el flujo de visitantes sea constante y el proyecto genere cierta rentabilidad.



Y hablando de bellezas juntas, aunque no vi otras piscinas o peroles, lo evidente aquí es una laguna de unos 400 metros de largo, unos 15 de ancho y quizás unos tres metros de profundidad. Cuando te subes a navegar en sus botecitos impulsados a pedal, lo que más te llama la atención es la transparencia de sus aguas, tanta que puedes ver las plantas que viven dentro de ella.


Desde tierra alguien me vigila, y no se trata de un comunero. Es una hermosa llama de pelaje blanco que me mira con atención; pero cuando no me ve, noto que ella también se queda contemplando el paisaje cordillerano. ¿Acaso será un apu guardián del medio ambiente encarnado en ese lindo camélido sudamericano? Por cierto, un letrero advierte no molestar al bello auquénido a menos que quieras sufrir un merecido escupitajo.

Mientras camino por la pendiente arcillosa del imponente cerro, me doy cuenta cómo se formó el perol: se trata de pequeñas quebradas que alimentan la laguna, debido al proceso de captación de la humedad que ocurre en la jalca, sea desde las pequeñas gotas de agua suspendidas en las nubes, o sea cuando éstas se integran y caen como lluvia. Como sucede cuando visité la laguna Shimbe (a unos 80 km al norte de donde estoy) y sobre cualquier superficie, el agua se acumula donde encuentra cualquier tipo de depresión.


Por supuesto que este lugar tiene mucha fauna silvestre, en particular aves para quienes sean aficionados a su observación, o quienes quieran dejarse arrullar por su canto, que se confunde con el de las quebradas. La cangana [ver foto al inicio de esta historia] es una de esas aves, que se caracteriza por hacer sus nidos en la pared de arcilla, dando la apariencia de ventanitas. También hay colibríesAdemás hay rosas y flores de diferentes colores.

De regreso al restaurante en el recreo, el menú está preparado con las truchas de la piscigranja; pero también se sirve gallina. Otro detalle son los diversos avisos colocados en toda la instalación que nos recuerdan por qué y cómo debemos cuidar la Naturaleza.




A pesar de esta maravillosa oferta, los Peroles de Cascapampa no aparecen claramente mencionados en una oferta turística. Yo me enteré porque la enamorada de un amigo mío nos contó del lugar.

Aunque hay varias publicaciones en Facebook, no es posible determinar cuál página o cuenta es la oficial. Incluso el cercano Templo de los Jaguares, en la comunidad de Mitupampa, está mejor marcado, lo que me recuerda que podría ser mi próxima historia cuando regrese por la zona.

Si no tienes movilidad propia, tienes que llegar hasta la ciudad de Huancabamba y alquilar un servicio particular de transporte (chofer incluído) que te cuesta 80 soles o unos 25 dólares al cambio actual, que te garantiza tanto la ida como el retorno. Con todo y ese aparente descuido,los Peroles de Cascapampa son parte de ese paraíso con el que siempre sueñas, que te provoca saltar de emoción.

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