Semillas

Salud mental no significa demencia, sino una construcción proactiva para un mejor futuro.

 


CASTILLA, Piura –
A media tarde de un domingo, la fiesta está en su apogeo. Las cervezas van y vienen, mientras una improvisada pista de baile sobre la arena se llena de cientos de huellas al ritmo de una cumbia de moda. La letra casi no se entiende por la pésima ecualización de los altavoces; sin embargo, mientras algunos afilan sus mejores movimientos, otros prefieren estar contemplando y conteniendo las lágrimas con un vaso lleno de licor en la mano.

 

“Ya, pásala que se calienta”, exigen los camaradas a un muchacho evidentemente ebrio. El aludido bebe y deja el vaso, va en busca de alguien entre la multitud y le reclama que esté bailando con una chica.

 

Los amigos intentan separarlo sin éxito. El otro lo enfrenta de mala manera. En pocos minutos, la pelea, más que declarada, es un hecho. Los amigos del improvisado contrincante salen en su defensa y se arma el acabose.

 

Minutos después, mientras heridos van a Emergencias del hospital más cercano, otros emprenden hacia la primera comisaría, donde el efectivo de turno hace lo imposible por no tomar la denuncia. Y la escena se repite casi todos los días: un cosmos de complejos irresueltos parece apoderarse de la vida de piuranos y piuranas.

 


Sin prioridad

“Muy poca gente es consciente que sufre de algún problema de salud mental, en pequeño o gran grado”, decía mediante su espacio en la radio, el psiquiatra Julio Castro Castro. El especialista –harto conocido en FACTORTIERRA por su proactivismo en conflictos como Tambogrande o Río Blanco- no se cansa de repetir que el Estado no le está dando prioridad a la salud mental.

 

“El ser humano no es sólo el cuerpo físico, sino la mente y el espíritu”, subraya. Castro es parte de una corriente de personas en general, incluyendo psicólogos y psiquiatras, que están tratando de atraer la atención sobre el tema.

 

Hasta ahora, no consiguen los resultados que esperan: medicamentos de calidad al alcance de todos los y todas las pacientes con problemas de salud mental, el fin del estigma contra ellos y ellas, y políticas de salud preventiva que, para comenzar, enfrenten la anomia –el cumplimiento de las reglas a propia conveniencia- en la que parece estar sumida la comunidad piurana.

 


Más riqueza, menos bienestar

Los problemas más frecuentes en Piura son las depresiones y las esquizofrenias”, dice Tomás Alacid, un enfermero especializado en problemas de salud mental, quien trabajaba en el Centro de Rehabilitación para Pacientes Mentales de Piura y Tumbes (CREMPT). Es una obra que se sostiene, en parte, por la Orden Hospitalaria de san Juan de Dios.

 

Alacid ha sido un voluntario que tiene más de dos décadas de experiencia en manejar estas condiciones, y que incluso ha estado en la boca del lobo. Durante mucho tiempo, estuvo trabajando con integrantes de las maras o pandillas en El salvador, llegando incluso a ser enfermero de heridas de navaja y bala.

 

“Piura es mucho más tranquilo que eso, pero tiene problemas”, comenta. Por ejemplo, está alarmado con los casos de violencia provocados por el consumo de aguardiente de caña, en la parte alta de la provincia de Morropón, o con el aislamiento que pacientes de salud mental siguen experimentando en una ciudad que se precia de su avance económico, aunque evidente retroceso en temas culturales: Piura. “Acá no hay teatros”, observaba una de sus compañeras, venidas como él desde España.

 

Alacid, natural de Barcelona, Cataluña, distribuía su tiempo entre sus actividades dentro del CREMPT y múltiples visitas, incluso con autoridades de alto nivel, quienes prometieron mucho, pero no han concretado nada. Sin embargo, no pierde la fe y el entusiasmo. “Es una persona que está haciendo cosas admirables por esta comunidad”, ha llegado a declarar Julio Castro.

 


En el aire

Pero sin duda, los héroes y las heroínas de Tomás son pacientes que han dado un salto sin precedentes en el Perú. Todos los jueves a las 17:00, hora de Lima, Valerio, un varón con estudios de psicología que debió regresar de España, y paciente en el CREMPT, se sentaba frente a los micrófonos para conducir Hacia el Horizonte.

 

El espacio, de una hora de duración, ha sido producido, escrito y conducido por pacientes del Centro de Día, un proyecto de atención ambulatoria del CREMPT, y que antes iba los viernes a las 9:00 como un segmento del matinal ¡Corre la cortina!, de Radio Cutivalú. “Cómo están, amigos radioescuchas nacionales e internacionales”, ha sido el clásico saludo de Elena, quien, incluso ha prestado su voz para la campaña de venta de panetones navideños de san Juan de Dios.

 

“Nunca hubiera pensado que ellos (y ellas) pondrían el programa al aire”, opina Güido Calderón,  enfermero y administrador de profesión, pero voluntario y simpatizante de cuanta causa justa haya por el camino, incluyendo FACTORTIERRA. “Pero lo hacen”. Güido también ha sido parte del Comité de salud Mental de San Juan de Dios, que se ha propuesto poner el tema en la agenda regional. (FACTORTIERRA ha sido parte del Comité, y a finales de 2011, ofreció capacitación en incidencia en medios).

 

Si bien han logrado atraer la atención de un ex presidente regional, o la ex  vicepresidenta del Perú, Marisol Espinoza (castellana para más señas), apenas han dado los primeros pasos. Y aunque su intención no es acabar con las fiestas –porque la quietud no es, precisamente, su divisa-, sí querrían que sean espacios para divertirse, confraternizar, acabar con el estrés, y recargar energías para trabajar por cada persona y por el departamento al día siguiente.

 

Suena utópico, pero no pretendían rendirse. Eso sí, el primer paso es entender que la primera construcción para lograr salud mental parte por cada persona, igualito que la semilla de algarrobo: de una pequeñez, se hace un frondoso árbol, resistente y lo suficientemente fuerte para acoger a todo el mundo…

 

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