Páramos, Jalcas y Bosques de Neblina en el norte del Perú

Por Fidel Torres G.

 


Un elemento ambiental clave y parte de la agenda mundial que ha recibido mayor atención en el contexto de cambio climático, es el agua y los ecosistemas que la producen. No hay país o región que proyecte su futuro de competitividad sin un cálculo estratégico de disponibilidad y manejo del agua; como tampoco es posible contar a la biodiversidad como ventaja comparativa sin saber qué es lo que realmente se tiene de ella.

 

Países como Venezuela, Colombia y Ecuador cuentan con programas avanzados de investigación del ecosistema páramo. Según el Dr. Conrado Tobón, de Colombia, el complejo suelo-planta de los páramos cuenta con especiales capacidades físicas para retener y distribuir agua.

 

Cada gramo de musgo-suelo tiene la capacidad retentiva de 8,0 gramos de agua; el rendimiento hídrico de este ecosistema es de 65%; en otras palabras suministra 65 litros de agua a una cuenca por cada 100 recibidos de la atmósfera; mientras que los bosques de selva y bosques secos tienen rendimientos hídricos del orden de  35% y 20% respectivamente.

 


Estas diferencias muestran la importancia del servicio ambiental de los páramos tanto para la actividad productiva como para la salud de los valles que reciben el agua en cantidad y calidad provenientes de los páramos.

 

Desde la perspectiva económica, el economista Hugo Fano enfatiza la importancia estratégica de este ecosistema basado en el principio  de  que la gestión del agua, en su condición de bien económico, es un medio importante para conseguir un aprovechamiento eficaz, equitativo y de sostenibilidad para la conservación y protección de los recursos naturales que la hacen disponible.

 

En la valoración del agua debe considerarse que su valor económico tiene por lo menos tres dimensiones a considerar; a) Es diferenciado por regiones (cuencas) y períodos, b) Varía de acuerdo al tipo de usuario; y c) Cambia con el tiempo, dada la relación oferta-demanda del recurso, la percepción  y las preferencias sociales.

 


Expertos botánicos como Abundio Sagástegui e isidoro Sánchez, de las Universidades Nacionales de Trujillo y Cajamarca, sustentan con sus investigaciones la diferencia de la composición florística (especies de plantas) entre el típico ecosistema páramo de los andes de Ecuador, Colombia y Venezuela y su análogo en los andes del norte peruano, en Piura y Cajamarca, cuyas especies vegetales lo identifican como ecosistema jalca, con elevado número de plantas y animales endémicos (o únicos para este ecosistema) que incrementan su valor económico, si se considera la afirmación de Sánchez, que en este ambiente se registra la mayor abundancia de plantas medicinales.

 

En su estudio pionero, el botánico A. Weberbauer, A. (1936) señala que la jalca, situada encima del límite de la agricultura, representa una formación de transición entre la puna de los andes del centro y sur del Perú y el páramo típico desde Ecuador hasta Venezuela, que se inicia en los andes de La Libertad hasta Piura y Cajamarca, compartiendo vínculos biológicos con los páramos del Ecuador, y lo más importante, cumpliendo la misma función ambiental: el almacenamiento y regulación hídrica en las nacientes de cuencas.

 

Por debajo de las Jalcas de Ayabaca y Huancabamba se observa la `presencia de los bosques de neblina predominando en las nacientes de cuenca. Según A. Brack y Plenge (2002), este tipo de bosque está distribuido entre los 1300 y los 2500 metros sobre el nivel del mar, y se caracteriza por su persistente humedad y precipitación. Gran cantidad de plantas cubren los troncos y ramas de los árboles como musgos, helechos, orquídeas y piñas silvestres (bromeliacias), además de plantas trepadoras.

 


Están atravesados por numerosas cascadas estrechas y las pendientes muy pronunciadas. El estrato arbóreo no es muy alto pero sí muy enmarañado, abundando los helechos arborescentes de hasta 15 metros de altura. Los páramos del norte son tan húmedos que, por trechos y a pesar de la altura, crece en ellos una vegetación  no sólo arbustiva sino casi boscosa, que integra especies del bosque de neblina.

 

Los bosques de neblina representan el 2,5% de las disminuidas selvas tropicales del mundo (Fen Montaigne, 2004) y su biodiversidad es sorprendente. Comparados con los bosques de la selva baja, los bosques nublados han sido escasamente estudiados, de tal modo que se sabe relativamente poco de ellos. En verdad, cada nuevo inventario añade nuevas especies, ocurrencias inesperadas o nuevos valores o usos.

 

En la nueva era de la bioeconomía el mayor valor económico de la biodiversidad se concentra en los genes. Cada gen puede valorizarse como “bonos genéticos” en 5 millones de dólares. Considerando el cálculo realizado para Perú, existen aproximadamente 283 millones de genes endémicos (únicos en el mundo) de lo cual, si se asume que sólo el 1%  sean utilizables, se tendrá un valor proyectado de US$ 14 billones  (M. Gutiérrez; 2008). Según Gutiérrez, “En un escenario de comercio internacional de genes y en depósitos a plazo fijo a una tasa de interés anual de 5%, esto daría un rédito de US$ 700 mil millonesaño de intereses!!!”  Lo que hace a este tipo de riqueza irremplazable por cualquier otra.

 

En el escenario del nuevo orden económico que está en progreso, definido como Biocomercio, tanto las reservas genéticas, como los conocimientos tradicionales sobre los organismos nativos y las prácticas de su uso y manejo, son bienes intensamente demandados por la biotecnología como uno de los sectores intensivos en conocimiento y en continua expansión, de los países altamente tecnificados pero deficitarios en biodiversidad

 

© 2008 Fidel Torres Guevara. Todos los derechos reservados. Las fotografías presentadas en esta entrada son de F. Zapata, Gabriela López, Andrés J. Vivas S. y pertenecenal proyecto Páramo Andino.

 

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