Salvando a Poechos

Los esfuerzos para evitar que el mayor espejo artificial de agua en Perú sucumba ante la sedimentación.

 

 

Por Nelson Peñaherrera Castillo

 

 

        


    LANCONES, Piura –
Lo que falta en el departamento es el agua. No es una historia nueva, sino de toda la vida; por eso, se han buscado formas de mantener la larga tradición agrícola, la que ha recibido mayor impulso en los últimos cien años.  Los primeros proyectos de irrigación para los valles del Medio Piura y Medio Chira datan de finales del siglo XIX. 

 

 

Ingenieros habían considerado el trasvase del río Quiroz, en la cuenca del Chira, para proporcionar agua a un sector eriazo entre los distritos de Las Lomas y Tambogrande. El proyecto no vería la luz hasta mediados del siglo siguiente, cuando la irrigación San Lorenzo inició una lenta transformación de un desierto en un exuberante valle.

 

 

 Sin embargo, el flujo de agua de San Lorenzo –proyectado para abastecer a todo el valle del Piura—era insuficiente, por lo que se necesitaban más fuentes para asegurar la mayor cobertura posible. En 1969, el Gobierno Militar del piurano Juan Velasco Alvarado aprobó un proyecto de irrigación que, tomando las aguas del río Chira, el más caudaloso de la región, pudiera ampliar la frontera agrícola del valle del mismo nombre, pero también sustentar a los valles del Medio y Bajo Piura.

 

 

 Tres años después, se comenzó a construir el reservorio de Poechos, el espejo de agua artificial más grande del Perú, que podía llegar a contener hasta mil millones de metros cúbicos, con lo que las necesidades del campesinado alrededor de las ciudades de Sullana y Piura debían quedar satisfechas.

 

 

 La obra se terminó e inauguró en 1976, con 885 millones de metros cúbicos de agua acumulados en el reservorio, pero pasó su primera prueba de fuego en 1983: El Niño había traído lluvias torrenciales que azotaron la zona durante la primera mitad de ese año, las más fuertes en casi medio siglo. Poechos no sufrió daños de consideración y se logró regular la cantidad de agua suficiente para evitar más inundaciones que las ya producidas por el episodio pluvial.

 

 

 En 1998 la historia se repitió. Aunque con menor intensidad, un periodo pluvial de cuatro meses producido por El Niño volvió a poner a prueba a la estructura, y, al menos externamente, no hubo daños de consideración. Pero el problema no estaba en la infraestructura seca, sino en el fondo del agua: los periodos pluviales habían acarreado material aluvial que se fue acumulando en el lecho del reservorio, comenzando un lento proceso de colmatación.

 

 


     La sentencia del sedimento

 El Proyecto Especial Chira-Piura (PECHP) en la ciudad de Piura, que administra las instalaciones de Poechos y toda la irrigación, estima que en 1983 se acumuló 70 millones de metros cúbicos de sedimento, y en 1998, 80 millones: “y lo previsto era que se registren seis millones de metros cúbicos anualmente”, según sus propios comentarios.

 

 

 “La sedimentación tiene su origen fundamentalmente en la erosión de los suelos que se produce en las partes altas debido a que estas áreas están desprotegidas existiendo deforestación en la zona”, explicó el PECHP en un reporte elaborado por su Dirección de Estudios y Medio Ambiente. Según esta oficina, hasta 2004 la cantidad de sedimentos en Poechos era de 397,3 millones de metros cúbicos, que ha provocado la reducción de su capacidad a un 44,9 por ciento.

 

 

 La preocupación al respecto es general. Antonio Brack, reconocido ecologista peruano, y Cecilia Mendiola creían que, a ese ritmo , al reservorio le queda algo de 35 años de vida, tras lo que se convertiría en un pantano y con una escasa capacidad de almacenamiento. A ello se suma los periodos de estrés hídrico y la existencia de arrozales, que requieren más cantidad de agua.

 

 

En mayo de 2016se aprobó el Proyecto Vilcazán, que consiste en construir un pequeño embalse en el cauce del río Quiroz, un afluente del río Chira, entre los distritos de Ayabaca y Pacaipampa; pero su agua no estaría destinada a Poechos sino a San Lorenzo.

 

 

14 años antes, el ingeniero agrónomo Jorge Córdova, que entonces residía en la ciudad de Sullana, opinó que las alternativas para salvar el espejo de agua eran: elevar el nivel del reservorio, dragar el fondo o dinamitar el lecho. Lo más caro sería dragarlo. Córdova estimaba la vida útil del reservorio en una década contada desde 2002.

 

 



     Reservorios satélites

 En su afán de asegurar el flujo de agua, los mismos campesinos proyectaron sus propias soluciones. La Comisión de Regantes de Miguel Checa creía que una alternativa a la sedimentación de Poechos era construir dos reservorios más pequeños, que se abastezcan con el agua de la represa, pero que garanticen la existencia de líquido.

 

 

 El primer espejo se construiría en la zona de Santa Victoria, contigua a Poechos, para acumular 150 mil metros cúbicos de agua; el segundo se proyectaría 12 kilómetros al suroeste, en Casuras, que contendría hasta 180 mil metros cúbicos de agua. Los dos reservorios estarían conectados mediante un canal simple, mientras que Santa Victoria obtendría el agua desde Poechos mediante un canal abductor; la idea es que ambos acumulen líquido durante los tiempos de creciente.

 

 

 La propuesta fue presentada el 9 de setiembre de 2005 durante una reunión organizada por el PECHP, para explicar los alcances de su proyecto Afianzamiento del desarrollo de Poechos, desarrollado en coordinación con el Gobierno Regional de Piura. Joaquín Balarezo, entonces miembro del Consejo Directivo del PECHP, comentó que iba a incorporar la propuesta a ese perfil. El proyecto estaba inscrito en el Sistema Nacional de Inversión Pública.

 

 


     Y la inspiración se hizo maqueta

 Los campesinos no estuvieron solos en su afán de presentar el proyecto de los reservorios alternativos; de hecho, inspiraron a un grupo de escolares.

 

 

 A partir de julio de 2005, los y las estudiantes del primer año de secundaria (sección “A”, ) del Colegio Miguel Cortés, en la ciudad de Sullana, comenzaron a investigar sobre esa idea revisando reportes en los medios y conversando con los propios campesinos. “La cosa es concienciar, que la gente sepa que el agua es vida”, opinaba su tutora y asesora, la profesora Cecilia Gonzáles Cobeña.

 

 

Los y las estudiantes quienes integraron el equipo de trabajo fueron: Josselin Adrianzén Parra, Guillermo Gómez Ramírez, Miluska Guerra Guerra, Rodrigo Herrera Godos, Luis Muñoz Sánchez y Lucyana Rivera Condori.

 

 

Visitaron Santa Victoria, en el distrito de Lancones, y Casuras, en el distrito de Querecotillo, para comprobar que la mayoría de campesinos apoyaban la iniciativa. “Las comunidades no tienen agua; consumen agua contaminada de las quebradas”, comentaban los y las estudiantes. “La gente mayormente cultiva arroz y frutas, pero esas tierras no producen por falta de agua”. Lo que más les impactó es que muchos lugareños la obtenían mediante pozos.

 

 

 Como resultado de su investigación, representaron unos tres mil 500 kilómetros cuadrados en una maqueta que ilustra claramente el alcance y la cantidad de personas beneficiadas,siete mil familias en una primera etapa, en la zona del Alto y Medio Chira, aunque el beneficio es para todo el valle.

 

 

 El esfuerzo les valió el segundo premio en la XI Feria Escolar de Ciencia y Tecnología, organizada en 2005 por las autoridades de Educación en Sullana. Una frustrada presentación en un foro sobre el agua, organizado por otro colegio de Sullana, actualizó la necesidad de construir los reservorios.

 

 

Los y las estudiantes ignoraban cuánto costaría el proyecto y en cuánto tiempo iba a ejecutarse; pero habían decidido donar su maqueta a la Comisión de Regantes para que tuviesen una ayuda visual que permita explicarlo.

 


 

Con informes de Vilma Castro y El Regional de Piura en Sullana, El Tiempo y CIPCA en Piura, y CEPES y Perú Ecológico en Lima.

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