Pero falta el agua

Los temores de quienes dependen de un recurso crucial en la costa de Piura.

 

 

Por Nelson Peñaherrera Castillo

 

 


    A mediados de 2006, las noticias hablaban de esperanza para la agricultura en el departamento de Piura, pues permitiría experimentar con nuevos cultivos o mejorar los ya existentes; de hecho, la empresa checa Dio Latina, pensaba invertir en cultivos de caña de azúcar en el Valle del Bajo Chira, entre Amotape y Miramar (provincia de Paita). Sin embargo, faltaba agua para cubrir esas necesidades; algunos sostenían que las reservas existentes no eran suficientes.

 

 

 Uno de los últimos lugares de la costa de Piura donde se realizó obras de irrigación fue Cieneguillo, un extenso arenal situado entre el límite de las provincias de Sullana y Piura. Poco a poco se pobló de limones, mangos, algo de maíz, algo de caña de azúcar y los infaltables algarrobos.

 

 

A 10 kilómetros al sur de la ciudad de Sullana, regar una parcela no necesariamente es una experiencia relajante sino algo verdaderamente tensa, pues depende del turno de cada parcelero y de aprovechar al máximo la poca agua que se distribuye. Algunos propietarios optaron por construir reservorios con el fin de almacenar agua, los que requieren de ocho horas para estar repletos; luego, por un sistema de canales se realiza el riego usando la fuerza de gravedad.

 

 


    Una parcela usualmente emplea a una docena de personas para labores de riego y cosecha de frutales, el limón principalmente. Este producto luego es vendido a las plantas procesadoras ubicadas en la Zona Industrial de la ciudad de Sullana, que la convierten en aceite esencial, o alimento para ganado, dependiendo de si usa la pulpa o la cáscara, respectivamente.

 

 

“Del limón, se usa todo”, dicen quienes trabajan en esta industria. Pero para que haya buen limón, aparte de fertilizantes y cuidados, se requiere, principalmente, agua. Un parcelero puede ganar en cada quintal de limón cosechado, el equivalente a US$ 30; pero la inversión de inicio tranquilamente puede ser multiplicada por cien, cuando menos.

 

 


    Poechos otra vez

Parece que el problema no era la falta natural del agua, sino su mala planificación y distribución. Jorge Sánchez, vicepresidente de la Junta de Regantes de la Margen Derecha del Río Chira en 2006, nos dijo que, a pesar de que existe “toda una infraestructura en canales revestidos, tanto principales como secundarios, en la zona de Somate [al norte de la ciudad de Sullana] y Parkinsonia (hoy Cieneguillo)” no hay agua.

 

 

Sin embargo, cuando se entregaron las tierras a los colonos, había reservorios que podían contener entre cinco a diez millones de litros de agua. “Técnicamente debió llegar”, sostenía Sánchez, “pero las autoridades de ese entonces permitieron que se instalaran cultivos y se expandiera [la] zona agrícola en las partes altas de la Colonización: [San Lorenzo] en desmedro de la parte baja”. Finalmente los afectados fueron reubicados en las inmediaciones de Tambogrande y Malingas, al sureste.

 

 

Decía Sánchez que unas 300 motobombas movidas por gasolina extraían agua de los canales, restando la posibilidad de que líquido llegue a las áridas tierras del valle del Medio Piura, situado justo al este de la ciudad de Sullana, en un radio de 30 kilómetros, y el Bajo Piura situado a unos 80 kilómetros al sur. El punto es que el reservorio de Poechos, que represa al río Chira en su curso superior, no parece tener agua suficiente para todos.

 

 


    Las poblaciones del valle del Alto Chira ahora tienen electricidad. La empresa Sinersa opera dos centrales hidroeléctricas usando las aguas del reservorio, que tenía una capacidad de un billón de litros, pero que ahora sólo guarda la mitad debido a problemas de colmatación. Sin embargo, la obra del presidente de facto Velasco Alvarado no parece ser perfecta del todo.

 

 

“El Canal Norte tiene problemas de diseño que hemos denunciado; ni la Administración Técnica del Distrito de Riego [del Chira], ni la Junta de Usuarios tienen intervención alguna y siguen los de Energoprojeckt construyendo con diseños de hace 50 años”, aseguraba Jorge Sánchez.

 

 

A pesar, se estaba impulsando la introducción de nuevos cultivos como la uva o el pimiento piquillo y estaban proyectando más áreas de sembrío de caña de azúcar para obtener etanol, el combustible que aparentemente reemplazará a la gasolina. El problema parecía ser que todas estas ideas aún consideraban la capacidad inicial del reservorio, no la actual.

 

 

Decía Sánchez que, con el afán de atraer nuevas inversiones en el sector agrícola, las autoridades no coordinaron su trabajo, y, según él, la solución parecía ser parar. “Estas instancias que manejan el agua debían tener muy claro que no debe de permitirse la instalación de cultivo alguno, aún con riego tecnificado, en cualquier área que nunca haya sido sembrada hasta que se realicen los trabajos iniciales en el Reservorio”, sostenía.

 

 

Para esto, el Gobierno Regional de Piura y Sinersa plantearon trabajar en diversos puntos del conjunto, incluso hasta la zona limítrofe con el Ecuador, lo que pudo generar trámites adicionales. La solución complementaria, hasta entonces, era la construcción de los reservorios de Santa Victoria y Casuras que aprovecharían las aguas excedentes de los periodos lluviosos.

 

 

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