El secreto de Malingas

¡Confirmado! Esta comunidad del distrito de Tambogrande tiene más restos arqueológicos de lo que se sospechaba inicialmente, y más.

 

Por Franco Alburqueque Chinchay y Nelson Peñaherrera Castillo

 


    TAMBOGRANDE, Piura –
“¿Este cerro está encantado?”,, pregunta de nuevo el arqueólogo Daniel Dávila Manrique.  Las historias sobre hechos fantásticos no son gratuitas para el especialista. En otros lugares, éstas son las claves para detectar sitios arqueológicos.  Estamos en la base del cerro Morán, comunidad de Malingas, Piura, a punto de iniciar una reveladora escalada.

 

Hernán Palacios, uno de los habitantes más viejos de esta zona, ha sido pastor desde siempre. “La gente dice que cuando va a ver su ganado no está; pero, después de algún tiempo aparece sin saber cómo”, relata.  El cerro Morán, también conocido como Cerro Chico o Cerro del Diablo, es un cono que se alza en medio de una pequeña cadena que se inicia al oeste con el cerro Malingas, y se desvía un poco hacia el sureste para finalizar, unos 15 km,  en el Cerro de Loros.

 

Apenas supera los 300 metros sobre el nivel del mar, y los 190 desde su base cerca del caserío de Monteverde Bajo, pero, según observaciones de Dávila, es la mayor cota de esa hilera de cerros.  Las historias de encantamientos  sugieren al arqueólogo, la existencia de restos.

 


    La Reja

Vamos por un camino ancho. Es raro, porque casi nadie transita por aquí pero hay rastros de bicicletas y motos.  Contra lo que dice el sentido común, Hernán Palacios, nuestro guía, nos interna en medio de un sendero resguardado por algarrobos. Si algo nos pasa, los celulares pueden sacarnos de apuro.  No intentamos ahorrar camino, sino acercarnos a un sitio arqueológico, oculto por el bosque, que aparece de la nada.

 

“Esto es La Reja”, dice don Hernán, señalando varios bloques de piedra que afloran en el suelo y tienen esculpidas  cúpulas invertidas orientadas de oeste a este.  Zona arqueológica Desde noviembre de 2009, el Comité de Desarrollo Zonal (CODEZO) de Malingas, FACTORTIERRA y Daniel Dávila venimos investigando varios restos arqueológicos

 

Concentrándonos inicialmente en el triángulo de los caseríos de Guaraguaos Alto, El Carbón y Platillos, progresivamente  han aparecido una docena de nuevos sitios con evidencias culturales milenarias. En esta zona del distrito de Tambogrande,,hasta ahora se han encontrado cúpulas invertidas esculpidas en piedra. las más representativas están en el caserío de Platillos, y, como en este lugar, están orientadas de sur a norte.

 

Hay restos similares en la vecina comunidad de Tejedores, al norte, y cruzando el límite distrital, en San Francisco de Paccha y Casanas, Morropón.  ¿Por qué el patrón se rompe en La Reja?no hay respuesta aún, pero sí evidencias de un camino de piedra que parece remontar el cerro que los pobladores llaman La Bonifacia, y que no figura en ninguna carta geográfica.

 


    A ciegas

“¿Qué dice tu GPS?”, preguntamos a Daniel Dávila.  “¡Se alocó!”. Nos grita. ¡Cierto! El aparato parece haberse bloqueado a pesar de estar a cielo abierto en una de las faldas de La Bonifacia. El plan B es la brújula, pero es  lo mismo que nada porque en lugar de señalar el norte, a nuestras narices (mirando hacia el valle de San Lorenzo), nos muestra el este como referencia.

 

La memoria de Franklin, uno de los productores, será nuestro último recurso ya que tampoco funciona la onda media y el celular está muerto. Eso sin mencionar que la batería de nuestra  cámara  está a su más bajo nivel.  ¿Qué está pasando aquí? No hay respuesta. ¿Será por eso que este cerro no está registrado aún?

 

Franklin ubica el camino de piedra que las  lluvias intentan borrar del mapa. El misterio ahora radica en que , en vez de acercarnos a alguna parte, la vía finaliza en un torrente ahora-seco que fue donde comenzamos a detectar la anomalía.  En medio del desorden, el camino parece ir de sur a norte, pero ¿desde dónde… y hasta dónde?

 


    El camino ancho

A mitad de ladera del  Morán, nos encontramos con una pequeña pared vertical de piedra. No queda otra. Habrá que escalar con manos y pies.  La cumbre está cerca, pero ¿es justo y necesario?  En la base de la cara sur del cerro se ubica Cruz Verde. Fundado a mediados del siglo pasado, está sembrado de cúpulas en parejas, que parecen estar orientadas hacia el Morán y al Cerro de Loros.

 

Una anciana tullida cuenta que solía pastar su ganado en la ladera.  “¡Ese cerro come gente!”, nos advierte. Para ella, está encantado, y su mejor evidencia es la presencia de una macanche o boa constrictor enorme, un tipo de serpiente endémica, a la que los pobladores temen mucho y que le costó trabajo dominar.

 

Su testigo es el ex concejal Juan Carlos García. cuando niño, ayudó a la anciana a mantener a raya al animal, ahogándolo con palo santo. Nunca quedó claro quién ganó, pero ahora el hombre de 33 años nos señala que, eventualmente, su caserío es el mejor lugar para ascender al Morán.

 

Efectivamente, el camino ancho que Hernán Palacios no tomó por llevarnos a La Reja, sale de su pueblo. Y el resto es confiar en nuestras piernas. Pero la anciana observa que la escalada será fácil “si el cerro está de humor”. Aunque hasta una moto puede facilitar la subida, éste es un predio de la cooperativa de Malingas Alto, por lo que mejor es pedir una autorización de la asamblea para seguir adelante. Mineros –a pesar que el metal está a flor de suelo- no son bienvenidos.

 


    El hogar de los gallinazos

Justo antes de ganar la cumbre del Morán nos sorprenden dos cosas: cerámica rota por doquier y gallinazos sobrevolando nuestras cabezas.  Daniel Dávila confirma que los restos son prehispánicos; de los plumíferos no debemos preocuparnos, pues sólo comen carroña, aunque sus excrementos son una seria amenaza a considerar.

 

En la cumbre, hay tres monolitos tapizados con petroglifos. Aunque son los mejor conservados que hayamos visto, las deposiciones de los gallinazos, más el sol y el agua, han comenzado a deteriorarlos.  Pero tampoco están del todo libres de la mano humana. Juan Carlos García y Hernán Palacios cuentan que la gente sigue dejando pagos (ofrendas) en este lugar, y el vecino La Bonifacia.

 

El petroglifo del cerro Morán está orientado hacia el este, antecedido de las consabidas cúpulas invertidas. Y un pie esculpido señalando el oeste.  Para nuestra buena suerte, aquí el GPS, la brújula, la onda media y el celular funcionan sin problemas.  El morán está al centro del triángulo inicial de estudio, y como el resto de los espacios rocosos, eran sitios ceremoniales conectados al agua a juzgar por las corrientes y manantiales cercanos.

 

El arqueólogo Daniel Dávila ha adelantado que pueden tener más de cuatro mil años de antigüedad y ser de origen amazónico. Son parecidos a otros descubiertos en Samanga y Santa Rosa, ambos en Ayabaca. Un colaborador de FACTORTIERRA ha encontrado patrones de diseño similares en El Naranjo, distrito de Frías.

 

Si todos los puntos se ponen en el mapa, aparecen flujos migratorios predichos por Dávila; pero, ¿por qué fue necesaria esta mudanza? Paciencia. Los secretos de esta comunidad están comenzando a ser revelados. Mira y comenta otras fotos de esta historia original aquí.

 

Producción  ejecutiba por Luis Correa y Nelson Peñaherrera. Producción de campo  por Franco Alburqueque, Franklin Nima y Estany Tineo. editado por Nelson Peñaherrera. © 2011 por la Asociación Civil Factor Tierra. Todos los derechos reservados.


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