El camino de las encrucijadas
En un lugar escondido entre Piura, Ayabaca y Morropón, la Quebrada de Sáncor ofrece una inigualable, refrescante e inmaculada joya.
TAMBOGRANDE, Piura— Cuando el primer rayo de sol apareció iluminando la majestuosa imagen del cerro Jabonillo, el equipo de FACTORTIERRA se encontraba en el camino que conduce de Pueblo libre a Monteverde Alto como parte de la ruta que nos llevaría a los Peroles de Zapallal. Nuestra hoja de ruta señalaba como puntos cardinales saliendo desde Pueblo Libre los pueblos de Monteverde, LasSalinas, Tinajones, Palonegro y el Cantero, estadía final que nos abriría paso al “Camino del Arriero”
Como en
toda expedición al igual que en nuestra vida, el destino siempre nos depara
varias encrucijadas. La primera de ellas fue en el pueblo de Las Salinas. ¿Qué
camino tomar? Si los mismos salineros guardaban celosamente la ruta correcta,
lo cierto es que apostamos siempre por nuestros instintos y siguiendo al
Jabonillo, pasamos del tono verdoso, la brisa fresca del canal, el olor a
mango, ciruelas y limón que caracterizaba a Las Salinas, al sombrío color del
bosque seco que rodeaba a Tinajones, hogar también del frondoso árbol elegante
vestido de esmókin blanco listo para ir de fiesta (charán
adulto).
En
Tinajones se presentó la segunda encrucijada. ¿Qué camino tomar? La chinita de
ojitos miel que nos vendió el desayuno no fue tan celosa y nos guió por un
cementerio donde al parecer la tasa de mortalidad huía despavorida, pues tan
sólo unas cuantas cruces adornaban el lugar. También había una pequeña iglesia
al final del pueblo y unos parroquianos que nos ofrecieron el camino equivocado
pues llegar al poblado de El Carrizo no era nuestra intención; así que desde
ese punto tuvimos que bajar por un camino soleado y sin vegetación hasta dar
con el pueblo de Palo Negro.
Allí se presentó la tercera encrucijada. ¿Qué camino tomar? La niña que nos regaló un sorbo de agua sonrió diciendo “Ustedes si que están locos, ¿Por qué bajar del Carrizo si hay un camino que une Salinas y Palo Negro?” “Les hubiera tomado 45 minutos llegar hasta aquí”, “Pero, para subir a El Cantero, simplemente sigan este otro camino hasta llegar al callejón, él los guiará” (Sin duda, la inocencia de la niñez para ver el mundo cambia la realidad a comparación de la visión que tienen las personas sumidas en el egoísmo y la maldad)
Con aquellas palabras reanudamos nuestra marcha
hasta llegar al Callejón y aquí se presentó la cuarta encrucijada. ¿Qué camino
tomar? Ya no había salineros, ni chinita, ni mucho menos algún niño que nos
dijera qué camino tomar; es entonces que nuestros instintos olfatearon de nuevo
ese aroma familiar, inconfundible de las ciruelas y supimos al fin que ese era
nuestro destino.
El camino del Callejón fue muy generoso con
nuestro estómago, nos proveyó de abundantes ciruelas y una sombra acogedora;
pero, como reza el dicho “Todo lo bueno tiene que terminar”. Así fue, el
Callejón terminó y nos esperaba el camino a El Cantero. El tan sólo escuchar
ese nombre me daba la idea de un lugar agotador, acechado por el ardiente sol,
y no me equivoqué: miraba mis brazos y el color canela de la ciudad se había
enrojecido tanto que la sangre a su lado era de color rosa.
Ya no había marcha atrás, y nuestra convicción nos condujo hasta El Cantero. Ya el equipo mostraba signos de cansancio y deshidratación, condiciones nada aceptables para cualquier lugareño. Salimos de El Cantero y abordamos el “Camino del Arriero” echando a nuestro lomo como bestias de carga el cansancio y la deshidratación, pero ya bastante motivados por el paisaje que empezaba a colorear, lo que era un vestigio de que algo bueno vendría. Quizás la Virgen que mora en la cima de aquel cerro sin nombre nos escuchó y nos mostró la quebrada de Sáncor. Descansamos en su orilla, bebimos un poco de agua y llenamos nuestras botellas con un poco de energía para el resto del camino.
Ya llevaba dos horas de recorrido y ese camino nunca
se daba por vencido, no dejaba ver su tesoro escondido. Tres de la tarde y sin
encontrarlo, decidimos bajar del “Camino del Arriero” advertidos por una
estruendosa caída de agua que a lo mejor pensamos sería nuestra recompensa, sin
embargo era “la coladera” una zona rocosa, en donde reposa el agua que proviene
de los peroles.
Después de haber reposado y dado un refrescante
chapuzón por varias horas, decidimos aventurarnos un poco más en el camino
antes que se ponga el sol, y al promediar las 6:00 de la tarde, nuestros ojos
quedaron encantados con el maravilloso espectáculo que nos brindaban los
Peroles de Zapallal. Me atrevería a decir que ni Picasso, Van Gogh o Miguel
Angel hubieran pintado obra similar, ni Julio Verne se hubiera aventurado tanto
como estos expedicionarios para mostrar hoy a Piura, el Perú y al resto del
mundo estas maravillas.
La ruta del arriero
Antes que la gasolina y el diesel permitieran
acortar distancias entre la Costa y la Sierra de Piura, el único medio de
transporte de personas y mercancías eran los caballos y las mulas. Éstos eran
conducidos por arrieros a través de rutas muy definidas, y que resultaban mas
cortas, incluso, que las carreteras actuales.
Todo el departamento de Piura está
cruzado por millares de estos caminos, alguno de los cuales ya se han comenzado
a desvanecer. La ruta que proponemos une Malingas, provincia
de Piura, con la Comunidad de Zapallal, provincia de Ayabaca.
Malingas es fácilmente accesible desde las
ciudades de Tambogrande o Chulucanas,
aunque la ruta más corta es desde el primer punto. Ambas ciudades a su vez
están conectadas a Piura, la capital departamental, muy bien comunicada a
través de la carretera Panamericana.
El problema de Malingas es que durante el
verano se aísla debido a las lluvias, por lo que hay un acceso alternativo
desde la Villa de Cruceta, ubicada entre las ciudades de Tambogrande y Las
Lomas. De Cruceta hay que llegar hasta Totoral Alto. Esta ruta es más larga.
Sea de Malingas, o sea de Totoral Alto, el
objetivo es siempre llegar al caserío de El Cantero, donde se juntan las
fronteras de las provincias de Piura, Ayabaca y Morropón
Alto Malingas
Esta Comunidad se halla en el extremos Sur Este
del distrito de Tambogrande, en la
provincia de Piura. Está conformada por los caseríos de El Carrizo, Tinajones,
Las Salinas, Palo Negro y El Cantero. Los comuneros incluyen al pueblo de
Sesteadero, pero políticamente depende de la Municipalidad de Centro Poblado Tejedores.
En cada uno de estos caseríos viven en promedio
unas 500 personas, mayormente dedicadas a la ganadería menor, el cultivo de
secano, y apicultura a muy baja escala. Toda esta zona es parte del Bosque Tropical del Pacífico, por lo
que es posible encontrar charanes, faiques y el predominante algarrobo. Aunque
los comuneros han decidido proteger la zona de actividades que arruinen su
medio ambiente, las autoridades podrían apoyar este esfuerzo reforzando las
normas que protegen áreas naturales
La comunidad de Tunal-Zapallal
Está compuesta en realidad por dos sectores:
Tunal, al Norte, en el distrito de Sapillica y
Zapallal, al Sur, en el distrito de Frías. Ambos
pertenecen a la provincia de Ayabaca, pero los habitantes están mejor
integrados a Chulucanas, provincia de Morropón.
La comunidad está dividida por la quebrada de
Sáncor. Justo en el medio se encuentran los Peroles de Zapallal, que son tres
enormes piscinas naturales en forma de wok chino, con unos 40 metros de
diámetro y unos 2 metros de profundidad en promedio. La zona no es transitada
más que por los propios lugareños debido a su difícil acceso. La quebrada de
Sáncor, que nace en los Altos de Frías, ha creado un pequeño Cañón antes de salir
a la llanura costera y desembocar en el río
Piura.
El lado Norte del cañón contiene el único
camino de acceso, que antes fue utilizado por arrieros. Puede tomar dos horas
desde su entrada, en el caserío de El Cantero, hasta los Peroles. Si se les
acaba el agua, a una hora y media hay un acceso a la quebrada donde pueden
recargarse. Esta agua se puede beber directamente, sin complicaciones
posteriores.
La parte posterior del cerro Jabonillo aún nos
espera para escalarlo, pero se requiere equipo y guías especializados. Sin embargo,
la escalada simple en roca y el trekking
se pueden desarrollar sin problemas.
La comunidad no excede los 200 habitantes, que
viven dispersos. Se dedican a la agricultura de granos, frutales y caña de
azúcar; de hecho, producen miel de caña, que es la pasta de la que se obtiene
la panela granulada. Pero, los comuneros no han podido encontrar mercado para
este producto.
La zona está pendiente de mayor exploración.
Sólo como detalle, hay un mirador natural desde donde se puede divisar el cerro Callingará, en el
que hace cinco décadas se encontró la Venus de Frías, que se exhibe en el Museo
Eguiguren de la ciudad de Piura
Alex Neyra Participó en la producción de este informe. Agradecemos
a la comunidad de las Hermanas de Nuestra Señora de
Namur, Irwing Briceño y Narciso Villegas por la colaboración. Visita el
lugar con nuestro equipo. Escríbenos a factortierra@gmail.com
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