El camino de las encrucijadas

En un lugar  escondido entre Piura, Ayabaca y Morropón, la Quebrada de Sáncor ofrece una inigualable, refrescante e inmaculada joya.

 

Por Luis M. Correa Castillo

 


    TAMBOGRANDE, Piura—
Cuando  el primer rayo de sol apareció iluminando la majestuosa imagen del cerro Jabonillo, el equipo de FACTORTIERRA se encontraba en el camino que conduce de Pueblo libre a Monteverde Alto como parte de la ruta que nos llevaría a los Peroles de Zapallal. Nuestra hoja de ruta señalaba como puntos cardinales saliendo desde Pueblo Libre los pueblos de Monteverde, LasSalinas, Tinajones, Palonegro y el Cantero, estadía final que nos abriría paso al “Camino del Arriero”

 

 Como en toda expedición al igual que en nuestra vida, el destino siempre nos depara varias encrucijadas. La primera de ellas fue en el pueblo de Las Salinas. ¿Qué camino tomar? Si los mismos salineros guardaban celosamente la ruta correcta, lo cierto es que apostamos siempre por nuestros instintos y siguiendo al Jabonillo, pasamos del tono verdoso, la brisa fresca del canal, el olor a mango, ciruelas y limón que caracterizaba a Las Salinas, al sombrío color del bosque seco que rodeaba a Tinajones, hogar también del frondoso árbol elegante vestido de esmókin blanco listo para ir de fiesta (charán adulto).

 

 En Tinajones se presentó la segunda encrucijada. ¿Qué camino tomar? La chinita de ojitos miel que nos vendió el desayuno no fue tan celosa y nos guió por un cementerio donde al parecer la tasa de mortalidad huía despavorida, pues tan sólo unas cuantas cruces adornaban el lugar. También había una pequeña iglesia al final del pueblo y unos parroquianos que nos ofrecieron el camino equivocado pues llegar al poblado de El Carrizo no era nuestra intención; así que desde ese punto tuvimos que bajar por un camino soleado y sin vegetación hasta dar con el pueblo de Palo Negro.

 


    Allí se presentó la tercera encrucijada. ¿Qué camino tomar? La niña que nos regaló un sorbo de agua sonrió diciendo “Ustedes si que están locos, ¿Por qué bajar del Carrizo si hay un camino que une Salinas y Palo Negro?” “Les hubiera tomado 45 minutos llegar hasta aquí”, “Pero, para subir a El Cantero, simplemente sigan este otro camino hasta llegar al callejón, él los guiará” (Sin duda, la inocencia de la niñez para ver el mundo cambia la realidad a comparación de la visión que tienen las personas sumidas en el egoísmo y la maldad)

 

Con aquellas palabras reanudamos nuestra marcha hasta llegar al Callejón y aquí se presentó la cuarta encrucijada. ¿Qué camino tomar? Ya no había salineros, ni chinita, ni mucho menos algún niño que nos dijera qué camino tomar; es entonces que nuestros instintos olfatearon de nuevo ese aroma familiar, inconfundible de las ciruelas y supimos al fin que ese era nuestro destino.

 

El camino del Callejón fue muy generoso con nuestro estómago, nos proveyó de abundantes ciruelas y una sombra acogedora; pero, como reza el dicho “Todo lo bueno tiene que terminar”. Así fue, el Callejón terminó y nos esperaba el camino a El Cantero. El tan sólo escuchar ese nombre me daba la idea de un lugar agotador, acechado por el ardiente sol, y no me equivoqué: miraba mis brazos y el color canela de la ciudad se había enrojecido tanto que la sangre a su lado era de color rosa.

 


     Ya no había marcha atrás, y nuestra convicción nos condujo hasta El Cantero. Ya el equipo mostraba signos de cansancio y deshidratación, condiciones nada aceptables para cualquier lugareño. Salimos de El Cantero y abordamos el “Camino del Arriero” echando a nuestro lomo como bestias de carga el cansancio y la deshidratación, pero ya bastante motivados por el paisaje que empezaba a colorear, lo que era un vestigio de que algo bueno vendría. Quizás la Virgen que mora en la cima de aquel cerro sin nombre nos escuchó y nos mostró la quebrada de Sáncor. Descansamos en su orilla, bebimos un poco de agua y llenamos nuestras botellas con un poco de energía para el resto del camino.

 

Ya llevaba dos horas de recorrido y ese camino nunca se daba por vencido, no dejaba ver su tesoro escondido. Tres de la tarde y sin encontrarlo, decidimos bajar del “Camino del Arriero” advertidos por una estruendosa caída de agua que a lo mejor pensamos sería nuestra recompensa, sin embargo era “la coladera” una zona rocosa, en donde reposa el agua que proviene de los peroles.

 

Después de haber reposado y dado un refrescante chapuzón por varias horas, decidimos aventurarnos un poco más en el camino antes que se ponga el sol, y al promediar las 6:00 de la tarde, nuestros ojos quedaron encantados con el maravilloso espectáculo que nos brindaban los Peroles de Zapallal. Me atrevería a decir que ni Picasso, Van Gogh o Miguel Angel hubieran pintado obra similar, ni Julio Verne se hubiera aventurado tanto como estos expedicionarios para mostrar hoy a Piura, el Perú y al resto del mundo estas maravillas.

 


    La ruta del arriero

Antes que la gasolina y el diesel permitieran acortar distancias entre la Costa y la Sierra de Piura, el único medio de transporte de personas y mercancías eran los caballos y las mulas. Éstos eran conducidos por arrieros a través de rutas muy definidas, y que resultaban mas cortas, incluso, que las carreteras actuales.

 

Todo el departamento de Piura está cruzado por millares de estos caminos, alguno de los cuales ya se han comenzado a desvanecer. La ruta que proponemos une Malingas, provincia de Piura, con la Comunidad de Zapallal, provincia de Ayabaca.

 

Malingas es fácilmente accesible desde las ciudades de Tambogrande  o Chulucanas, aunque la ruta más corta es desde el primer punto. Ambas ciudades a su vez están conectadas a Piura, la capital departamental, muy bien comunicada a través de la carretera Panamericana.

 

El problema de Malingas es que durante el verano se aísla debido a las lluvias, por lo que hay un acceso alternativo desde la Villa de Cruceta, ubicada entre las ciudades de Tambogrande y Las Lomas. De Cruceta hay que llegar hasta Totoral Alto. Esta ruta es más larga.

 

Sea de Malingas, o sea de Totoral Alto, el objetivo es siempre llegar al caserío de El Cantero, donde se juntan las fronteras de las provincias de Piura, Ayabaca y Morropón

 


    Alto Malingas

Esta Comunidad se halla en el extremos Sur Este del distrito de Tambogrande, en la provincia de Piura. Está conformada por los caseríos de El Carrizo, Tinajones, Las Salinas, Palo Negro y El Cantero. Los comuneros incluyen al pueblo de Sesteadero, pero políticamente depende de la Municipalidad de Centro Poblado  Tejedores.

 

En cada uno de estos caseríos viven en promedio unas 500 personas, mayormente dedicadas a la ganadería menor, el cultivo de secano, y apicultura a muy baja escala. Toda esta zona es parte del Bosque Tropical del Pacífico, por lo que es posible encontrar charanes, faiques y el predominante algarrobo. Aunque los comuneros han decidido proteger la zona de actividades que arruinen su medio ambiente, las autoridades podrían apoyar este esfuerzo reforzando las normas que protegen áreas naturales

 


    La comunidad de Tunal-Zapallal

Está compuesta en realidad por dos sectores: Tunal, al Norte, en el distrito de Sapillica y Zapallal, al Sur, en el distrito de Frías. Ambos pertenecen a la provincia de Ayabaca, pero los habitantes están mejor integrados a Chulucanas, provincia de Morropón.

 

La comunidad está dividida por la quebrada de Sáncor. Justo en el medio se encuentran los Peroles de Zapallal, que son tres enormes piscinas naturales en forma de wok chino, con unos 40 metros de diámetro y unos 2 metros de profundidad en promedio. La zona no es transitada más que por los propios lugareños debido a su difícil acceso. La quebrada de Sáncor, que nace en los Altos de Frías, ha creado un pequeño Cañón antes de salir a la llanura costera y desembocar en el río Piura.

 

El lado Norte del cañón contiene el único camino de acceso, que antes fue utilizado por arrieros. Puede tomar dos horas desde su entrada, en el caserío de El Cantero, hasta los Peroles. Si se les acaba el agua, a una hora y media hay un acceso a la quebrada donde pueden recargarse. Esta agua se puede beber directamente, sin complicaciones posteriores.

 

La parte posterior del cerro Jabonillo aún nos espera para escalarlo, pero se requiere equipo y guías especializados. Sin embargo, la escalada simple en roca y el trekking se pueden desarrollar sin problemas.

 

La comunidad no excede los 200 habitantes, que viven dispersos. Se dedican a la agricultura de granos, frutales y caña de azúcar; de hecho, producen miel de caña, que es la pasta de la que se obtiene la panela granulada. Pero, los comuneros no han podido encontrar mercado para este producto.

 

La zona está pendiente de mayor exploración. Sólo como detalle, hay un mirador natural desde donde se puede divisar el cerro Callingará, en el que hace cinco décadas se encontró la Venus de Frías, que se exhibe en el Museo Eguiguren de la ciudad de Piura

 

Alex Neyra Participó en la producción de este informe. Agradecemos a la comunidad de las Hermanas de Nuestra Señora de Namur, Irwing Briceño y Narciso Villegas por la colaboración. Visita el lugar con nuestro equipo. Escríbenos a factortierra@gmail.com

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