La media luna Afroandina

Sabemos de la gente que bajó de la cordillera; pero, ¿qué sabemos de la gente que vino como esclava? 


Por Nelson Peñaherrera C Fotos por Red de Microcines Piura.  




YAPATERA
, Piura -- Han llegado a ser parte crucial de nuestra identidad como país y como continente. Las primeras comunidades africanas que fueron obligadas a migrar al Virreinato del Perú se asentaron principalmente en la costa, donde se adaptaron mejor. En Piura, estas comunidades traídas como esclavas se concentraron inicialmente en las barracas de Suipirá, apuntó el historiador Miguel Arturo seminario en Historia de Tambogrande. Ya no quedan evidencias de esos campamentos que se ubicaban muy cerca del actual centro de la ciudad de Las Lomas (provincia Piura), excepto un barrio con ese nombre.

Según el director de la Casa de la Cultura afroperuana de Yapatera (
provincia Morropón), Abelardo Alzamora, el tráfico se realizó tanto desde el puerto de Paita como a través de la sierra de Ayabaca y Huancabamba entre los siglos XVI y XIX incluso, a juzgar por ‘notas de cambio’ con las que los hacendados trataban a esta gente cual mercancía adquirida en los puertos del Atlántico y el Caribe, principalmente. Cada hacienda tenía su grupo de esclavos”, recuerda.

La mayor parte provino de las costas de
África y la isla de Madagascar. Como evidencia, los mangaches, los tradicionales vecinos al norte del centro histórico (que conserva muy poca historia) de la ciudad de Piura pudieron deber su nombre al pueblo malgache.

A lo largo del actual
departamento, el pueblo africano se adaptó mejor en toda la zona de transición Costa – Sierra, forzosamente dedicado a la agricultura, la ganadería y la fabricación de cueros y jabones, como retrata Enrique López Albújar en MatalachéLas comunidades afrodescendientes más importantes se habrían concentrado en las antiguas haciendas donde actualmente se ubican Las Lomas, Tambogrande, Malingas, Paccha, Yapatera, La Matanza y Morropón.

Si alguien traslada estos lugares a un mapa y traza una línea para unirlos todos, verá que se forma una especie de curva, que rodea el Piedemonte Andino de Piura. Si a ella le proyectamos una zona de influencia interior, veremos que se forma una especie de media luna. Allí se concentra la esencia de la cultura piurana: el pueblo Afroandino. 
(Sin embargo, esto no descarta otras ubicaciones fuera de ese área en el resto de los valles del Piura y del Chira.)




Un sincretismo peculiar

Durante la primera mitad del siglo XX, las comunidades afrodescendientes comenzaron a compartir espacio y actividades con migrantes de la Sierra de Piura que habían decidido vivir en la zona de influencia de todas las localidades de la media luna, gracias a proyectos de irrigación, como San Lorenzo, o por el simple hecho de mejorar sus condiciones de vida. Unamos a la ecuación al pueblo tallán, que ya vivía en la zona desde antes que llegaran los españoles en 1532 D.C.

La gente andina era hábil con la artesanía en tela, piedra y metales; la africana con la escultura en madera; la tallán con el barro y los metales. Su común denominador es una larga experiencia en agricultura, arquitectura, , música y gastronomía, cuya fusión es uno de los íconos más recientes de la identidad peruana. 
Eventualmente, la Historia se reivindicó con el pueblo andino y el tallán; pero, ¿qué pasó con el pueblo africano?

Según Abelardo Alzamora, la
Constitución Política del Perú todavía no hace visible a su pueblo ancestral como sí lo hace con el andino y el amazónico, a los que llama originarios. Ya que por definición la comunidad afroperuana no podría ser un pueblo originario (nacieron en África), Alzamora siente que hace falta otorgarle un estatus equitativo debido a su aporte a la tradición cultural y política nacional. Ya existe un cabildeo iniciado por la Coordinadora Nacional Afroperuana, sin resultados aún.

En la Casa de la Cultura que dirige Alzamora en Yapatera aún es posible ver el cepo con el que los hacendados torturaban a los esclavos negros. Todo el espacio tiene retazos de esa herencia que no solo se lleva en el tono de piel sino en el corazón, y esa es una de las luchas del también escritor, una lucha que busca superar la pobreza y la invisibilidad a pesar que el
Gobierno Regional de Piura ha pasado una ordenanza contra todo tipo de discriminación.

El racismo y la discriminación tienen para rato”, asevera Alzamora, y se manifiesta en servicios deficientes de educación, salud y urbanismo para Yapatera y las localidades rurales que la rodean. “Hacen falta políticas públicas que beneficien al pueblo afrodescendiente”, añade. Enfatiza que en Yapatera, alguna vez capital distrital hasta que se dio importancia a la vecina Chulucanas, está la comunidad afroperuana más grande.




En pantalla gigante

Fernando Barranzuela es un viejo poeta y promotor cultural radicado en Yapatera, quien hace década y media me contó que algunos esclavos y algunas esclavas de Suipirá provenían de Cumaná, Venezuela, y habían desarrollado técnicas de improvisación con versos de arte mayor. Como se hicieron muy comunes en ese grupo, esas manifestaciones fueron llamadas cumananasMuy poca gente ha profundizado sus raíces como la ganadora del Grammy y ex ministra de Cultura, Susana Baca, quien en 1992 publicó Fuego y agua, un libro con CD de audio que va en retrospectiva hurgando en esos orígenes.

Barranzuela está gastando la energía que aún tiene en mantener viva a la cumanana, y ha logrado ‘graduar’ a medio centenar de personas con habilidades para improvisar décimas. 
Y si necesitas un compendio histórico oral del pueblo, tienes que conocerlo, como lo hizo el ganador del Premio Nóbel de Literatura, Mario Vargas Llosa.

Su sobrina, la profesora edadil Barranzuela libra batalla aparte en las aulas para que las nuevas generaciones se enorgullezcan de sus ancestros africanos y que se practique la equidad de género; pero su dificultad es que ella enseña Matemáticas… ¿entonces cómo podría incluir los tópicos? 
Cuando doy clases de estadística o de conjuntos aprovecho las motivaciones y los ejemplos para meter el tema porque no es mi área, y también utilizo las horas de Tutoría”, cuenta.

Barranzuela es profesora de la escuela secundaria José Pintado Berrú de Yapatera donde ese trabajo casi subliminal parece tener algún logro: hace más de cinco años, aproximadamente 3 por cada 20 mujeres adolescentes dejaban las aulas debido a que se enamoraban de hombres mayores que ellas, quienes las convertían en madres; ahora estima que la deserción se redujo a 1 por cada 20.


Alzamora y los Barranzuela son protagonistas del documental
Hacia un nuevo horizonte afroyapaterano, producido por la Red de Microcines Piura, afiliada a Chaski Comunicación, que se estrena esta semana. El objetivo del audiovisual es ayudar a que esos esfuerzos no se diluyan ni en el anonimato ni en el olvido, sostiene Segundo Chávez, coordinador de la Red en el departamento de Piura… y también afrodescendiente.

El legado está allí, pero, como dice Abelardo Alzamora, “la universidad y la academia lo ignoran” aunque lo están comenzando a investigar. 
En educación intercultural aún estamos en pañales”, agrega. Entonces, ¿en qué momento podemos insuflar madurez a casi medio milenio de historia en Piura? Ahí parece estar el reto.

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