Inmunidad diplomática

el objetivo de esta pasantía de Anthony Torres es saber cómo acabar con el chikungunya.


Por Nelson Peñaherrera C. Fotos Cortesía Anthony Torres. Turn in English.




CIUDAD DE LIMA – No puedo asegurar que Malingas (distrito Tambogrande) fue el sitio donde un travieso Anthony Moisés Torres Ruesta (Castilla, 15/06/1993) descubrió su vocación, pero sí creo que la fertilizó. Tras ser becado por la Unión Europea para estudiar en la Universidad de Burdeos, desde donde se interesó por el trabajo del Instituto Pasteur de Francia, y realizar una pasantía en el Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Peruana Cayetano Heredia en Lima, este alumno del último año de pregrado de la carrera profesional de Biología de la Universidad Nacional de Piura, está en plenas gestiones para tomar una nueva en Singapur.

si tienen algo en mente, y eso verdaderamente les gusta y apasiona, luchen por ello”, repite. “Las oportunidades están pero no llegan a la puerta; uno tiene que buscarlas,”.  Al final del día, Antony hace un alto para reflexionar cómo evolucionó su vida desde los campos en Malingas hasta la ciudad-estado asiática, una de las más desarrolladas del planeta.

- Cuéntame sobre tus visitas a la parcela de tu abuelo.
- Siempre he tenido ese contacto con el campo, dado que mi padre es agricultor y mi madre una profesora piurana que por razones de trabajo terminó en un colegio en el campo. Recuerdo que de pequeño iba mucho para vacaciones de verano, o en los feriados largos, lo que me permitía pasar tiempo con mis abuelos, tíos y otros primos, con los que solíamos jugar trepándonos a los árboles de tamarindo o mango. La vida en la parcela era bastante relajante para mí, me transmitía paz y tranquilidad, y de hecho aún regreso cuando siento que necesito escapar de la ciudad y su bullicio y ajetreo. Siempre me llamó la atención la granja de mis abuelos; tenían muchos animales, y yo podía pasar horas dándoles de comer o siguiendo sigilosamente a las gallinas para descubrir sus nidos. Desde allí viene el interés por "estudiar la vida" que es básicamente la definición de la palabra "biología".

- ¿Hace cuánto que pasó eso?
- Te hablo desde que tengo uso de razón. Será hace unos quince o dieciséis años.

- ¿Aún trepas mangos y tamarindos?
- [Risas] La última vez que lo hice fue el año pasado, luego de regresar de Francia. Fui a visitar a mi abuelo, y siendo temporada de mango, me adentré en la parcela, ví un mango "madurito" en la copa de un árbol, y trepé. Aún puedo, me sorprendió.

- ¿Eso se debe a tu agilidad física, tu curiosidad científica o a qué?
- Eso se debía al hambre. [Risas] Pero en realidad, al no haberlo hecho ya hace tiempo, dudé de tener la capacidad física y agilidad para lograrlo.

- Pequeño detalle. Sin embargo, siento que tu vocación por la Biología está muy unida a tu amor por el campo, ¿o me equivoco?
- Sí, de hecho partió así. Me interesaban la vida animal, y del observar a gallinas y ovejos comer, pasé a volverme fiel seguidor de los documentales de Discovery y NatGeo sobre el mundo animal, sobre tigres de bengala y orangutanes en selvas tropicales, a leones y zebras en la sabana africana. Recuerdo al Cazador de Cocodrilos y otros grandes fanáticos de la vida salvaje. Fue así como me decidí por mi carrera, y hasta cierto punto de ella pensé convertirme en un zoólogo (estudiar sólo animales) pero luego di un giro de 360 grados interesándome por la investigación biomédica y la salúd pública.







- ¿Por qué te interesaste en
Biomédicas y Salud Pública?
- Aquí entra a tallar otro factor bastante grande. Y es que mi padre siempre quiso que yo fuese médico, pero realmente no creía contar con la vocación de uno. Y es que un médico, al que referimos usualmente como la persona que nos "cura", brinda una atención individualizada, es decir, una persona a la vez. Sin embargo, mientras avanzaba en mi carrera, conocía de la vida de grandes científicos quienes descubrían antibióticos, creaban vacunas, estudiaban patógenos, describían enfermedades, etc., y que sus hallazgos no sólo repercutían en la salud de una sola persona, sino muchas veces a escalas poblacionales e incluso mucho más grandes, a nivel de "salud pública". Por allí partió el deseo de cambiar la dirección de mi carrera y volcar mi atención en las ciencias biomédicas.

- ¿esperas descubrir la cura a alguno de los males que tenemos en la actualidad?
- Creo que ese es el sueño de todo investigador en ciencias biomédicas. El más grande aporte que uno puede darle a la sociedad, luego de una vida volcada a la investigación, es eso: la solución a un problema.

- ¿Y ya tienes un objetivo en mente sobre ese particular?
- Pues sí. Durante mi tiempo en Francia, fui admirador del trabajo llevado a cabo en el Instituto Pasteur de París, una institución de gran renombre internacional que lleva a cabo investigaciones sobre enfermedades infecciosas, principalmente las tropicales, aquéllas que muchas veces afectan a países en vías de desarrollo como el nuestro: malaria, dengue, chikungunya, zika, fiebre amarilla, VIH, tuberculosis, Mal de Chagas, leishmaniasis, etc., la lista es larga. Me interesaría poder investigar sobre los mecanismos de infección y desarrollar tratamientos en contra de estos, como vacunas por ejemplo, desde un enfoque inmunológico, es decir, de cómo el cuerpo responde a la invasión por patógenos.

- Precisamente tu pasantía en Singapur tiene que ver con Inmunología. ¿Cuál es el objetivo de ella?
- Sí, precisamente decidí postular a esta pasantía por el hecho de que brindaba una oportunidad única de inmersión en investigación biomédica de alto nivel en el campo de la inmunología de enfermedades infecciosas; en este caso el virus del chikungunya. Estaré asignado a un laboratorio que trata de dilucidar los mecanismos por los cuales el virus "evade" la respuesta del cuerpo humano en contra del patógeno y logra infectar las células y causar los signos clínicos (síntomas). Además este laboratorio tiene proyectos relacionados con el desarrollo de vacunas en contra del virus. Singapur es uno de los cuatro tigres del Asia, una potencia en lo que a investigación biomédica se trata. Estoy seguro que será una gran experiencia y me servirá en planes futuros.

- Además, Singapur es el país con uno de los mayores rendimientos académicos del mundo. Y… ¿cuáles son tus planes futuros?
- Efectivamente, es un gran ejemplo de país. En pocos años luego de su independencia logró consolidarse como una potencia asiática. Mis planes futuros son aplicar a escuelas de postgrado, obtener una maestría, un doctorado, y quizás un día no muy lejano tener un laboratorio acargo en el cual pueda investigar lo que me interesa.

- Nuestros seguidores no sabían que te estoy entrevistando, pero cuando difundimos la noticia, algunos mandaron preguntas. Tengo una: ¿Vas a trabajar en el Perú o en el extranjero?
- En realidad, me gustaría formarme en el extranjero primero. Lamentablemente en el Perú, los científicos nos encontramos con una realidad bastante dura, un estado que no invierte en investigación y laboratorios poco equipados (en la mayoría de los casos). Sin embargo mi idea es formarme fuera, y luego retornar al Perú y radicar aquí.

En todo caso, Anthony tiene clara una cosa: “Cuando una puerta se cierra, muchas otras se abren”.


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