El petroglifo de Loma Alta
Parece un enorme huevo negro incrustado en la ladera de la montaña.
Por: Nelson Peñaherrera C. Fotos por Estany Tineo. Turn in English.
SAPILLICA, Piura – “no, señor, la camioneta a Coletas sale mañana a las cinco de la mañana y regresa por la tarde”, nos asegura el conductor de una motocicleta que se usa como taxi por los tortuosos caminos afirmados alrededor de este pueblo. Es obvio que Juan, el conductor, trata de convencerme de que le contrate la carrera. Es jueves por la tarde, y desde que hemos llegado para organizar una logística mínima de reconocimiento del petroglifo que nos reportara nuestro compañero Marco Paulini en julio pasado, solo hemos hallado promesas de apoyo pero muy pocas opciones para visitar el monolito donde destaca un trazo espiral esculpido sobre roca basáltica.
“¿Se va a la piedra de los diablos? ¡Esa piedra es mala! Las mujeres embarazadas no pueden pasar por ahí”, me advierte una dama sexagenaria al escuchar mi proceso de negociación con Juan. Me tomo un tiempo para charlar, codeo a nuestro productor estany Tineo, y trato de mascullarle lo que aprendimos explorando con el arqueólogo Daniel Dávila en Malingas (distrito de Tambogrande).
Durante la exploración que hicimos entre 2009 y 2011, encontramos que los relatos de luces que aparecían súbitamente entre los campos de cultivo, sobrevolándolos, eran pistas de que por allí habría algún sitio arqueológico, y la certeza era del ciento por ciento en todos los casos. Aquí no son luces, sino ‘encantos’.
“¿En qué otros lados hay piedras malditas?”, pregunto a la mujer.
“Por el río, allá abajo, una piedra enorme, uhhhh, un sitio bien feo”, me contesta.
Al día siguiente, Alesban López, de la Municipalidad Distrital de Sapillica, me confirmará que hay, por lo menos, cinco sitios con petroglifos y wankas (piedrass con formas raras que se consideraban tótems) solamente en la comunidad de Masías Bajo, sin descartar más lugares en el resto del distrito que tiene 267,09 km2, casi 27 mil canchas de fútbol. Es algo más grande que Malingas y es abrupto por estar ya dentro de los primeros pisos de la Cordillera Occidental de los Andes. Juan me saca de mis cavilaciones: “¿Vamos o no en la moto?” Miro a Estany, miro a Marco, aplico la corazonada más que el sentido común. “Vamos”, digo.
Juan
busca a otros dos compañeros y organizamos una expedición que nos tomará una
hora de camino subiendo de los 1400 a los 1500 metros de altitud, a unos 18 km
al sureste de la localidad de Sapillica. Me interesa llegar antes de las cinco
y media de la tarde para tener una luz decente que le permita a estany
fotografiar las piedras. Su ojo ya está entrenado tras la experiencia de
Malingas, así que me ayudará a complementar la primera observación de Marco, de
corte más propedéutico, y la que pudiera aportar de mi parte, sin ser
especialista en arqueología pero aconsejado por Daniel Dávila, o sea más
prospectivo.
Sin contar el polvo, llegamos al sitio del petroglifo en el tiempo previsto.
Unos diez minutos antes, hemos cruzado la quebrada de Loma Alta, que también
llaman “Piedras Blancas”, y al llegar se oye cerro abajo otra quebrada, que,
según el teniente gobernador de Masías Bajo, Daniel Berrú, es la de Coletas.
Otras corrientes menores segmentan el camino antes de llegar al petroglifo.
La piedra está cerca del caserío de Loma alta, y Marco me llama la atención sobre el toponimo: “Cuando sales de mañanita desde Sapillica, logras ver cómo el Sol se eleva de la punta del cerro como si de allí naciera”, me explica. “Cuando vi eso por primera vez, dije que ese cerro tenía algo especial y resulta que allí está la piedra”.
En la pre-producción de esta historia, consideramos salir a primerísima hora desde sapillica para hacer esa foto, pero nos adelantamos en el tiempo, así que será para otra vez. Por otro lado, tenemos que apurarnos porque pronto serán las seis de la tarde, y si no quiero fotos opacas, tampoco quiero que mi equipo regrese a base oscureciendo.
Tras sacar los troncos de una puerta, andamos un camino,
en realidad una gran jiba, que nos aleja unos 10 metros de la carretera, y
justo a nuestra derecha está la enorme roca negruzca e invadida por el liquen y
la maleza. La primera sorpresa
es su forma ovalada, no plana como el resto de petroglifos que hemos visitado,
y aún el de Samanga, el mejor estudiado. La formación parece un enorme huevo
incrustado en la ladera del cerro. Y allí esculpieron la espiral, la figura antropomorfa, lo que parecen rostros con
ojos, una cosa que no identificamos y letras. ¿Letras? Sí, letras.
Es obvio que alguien escribió una sucesión de varias letras del alfabeto
latino, lo que parece ser un signo de depredación, pero que los lugareños ya
conocían, y aquí va la segunda sorpresa: si se pregunta por el petroglifo de
Loma Alta, nadie dará razón; pero si se pregunta por la Piedra Letreada,
entonces nos estaremos refiriendo al mismo sitio.
Y este dato nos cuestiona el nombre clave que le dimos en el equipo: Petroglifo
Paulini. Es evidente que la gente sabía de este lugar hace mucho tiempo, y que
incluso Alesban López la había difundido en la cuenta de Facebook de Masías Bajo meses antes de que
la publicáramos en FACTORTIERRA, pero pareció no trascender a la opinión
pública.
Otro signo que nos piden revisar es una cruz esculpida en el tope de la roca.
Nos preguntamos si es muy antigua y si está relacionada con la idea del sitio
maldito, como nos dijo la mujer en Sapillica apenas un par de horas antes. ¿Un
intento de exorcismo?
Los conductores de
las motocicletas trepan a la roca y se convierten en parte del equipo de
exploración mejor de lo que esperábamos. Excelente. Lo que buscamos es
publicidad para el sitio y para el trabajo que queremos hacer, además de una
entusiasta colaboración. Aprender divirtiéndose. ¿Existe otra forma exitosa de
hacer pedagogía?
Entre todos medimos la altura de la roca. 7,1 metros en su parte más expuesta;
5,2 metros en su parte menos expuesta. Es difícil medir su contorno debido a la
forma ovalada, pero estimamos que su semi-perímetro puede tener unos cinco
metros. En todo caso, equipo especializado podría tener una medida más precisa,
así como su geolocalización. “Vamos a quitarle la maleza”, sugiere
Juan a sus amigos. Yo solo recomiendo que sean cuidadosos para no crearle
trazos adicionales a la roca, que la depreden más. Son las seis y diez. Rápido con los ‘selfies’ que debemos retornar y está
comenzando a hacer frío.
El distrito de Sapillica aún guarda evidencias por estudiar, incluyendo una
cueva donde, aseguran, hay restos óseos antiguos. Hace falta dinero para emprender una
investigación de mayor alcance, y confirmar si la primera hipótesis del
arqueólogo Dávila es cierta: son parte del corredor jíbaro y pertenecen a la
llamada Tradición Samanga. Mientras tanto, y a pesar del dolor de espalda de uno de los chicos, nos
sentimos satisfechos por haber llegado al petroglifo, en el momento preciso.
Mañana será viernes y habrá comenzado a llover.
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