Mauricio versus Venegas

Neuroestética y Semiótica por medio del Retrato


Por Mª del Socorro MoraC de Asmat*

 

La posición del artista es humilde. En esencia no es más que un canal. (Piet Mondrian)

 






CIUDAD DE PIURA
- Si reflexionamos en cómo evoluciona la representación del rostro a lo largo de la historia del arte, nos daremos cuenta de que en la prehistoria no se representaban individualidades. Una diosa de la fertilidad no necesitaba un rostro; elucubramos que simbolizaba el respeto hacia el misterio de la vida. Un chamán no era él mismo: era  tótem, guía, animal sagrado, era el elegido que podía dar vida a una máscara. Tenía un significado para el grupo que trascendía su propia existencia.

 

Tras la revolución agrícola comenzó la representación de los rostros –parecidos o no- en la historia del arte por diversos motivos: poder, memoria, estatus, trascendencia, etc. Ahora, en la era del selfie o autorretratos al paso, Mauricio y Venegas –artistas peruanos de reconocida trayectoria- se atreven a mirar a través de la cámara para hurgar en nuestra efímera existencia con un género fotográfico aparentemente fácil, pero que al ojo bien entrenado y la sensibilidad exquisita hacen posible de obtener, nunca mejor dicho, de capturar el encuadre.


 Biología y Semiótica se unen cuando nos preguntamos acerca de las particularidades de nuestros rostros, que nos hacen únicos e irrepetibles (aunque los gemelos idénticos se parecen al inicio de sus vidas, luego el ambioma los irá modelando de acuerdo a sus gustos y circunstancias: nuestro rostro es nuestra biografía).

 





Los científicos se preguntan sobre la importancia evolutiva de nuestros rostros, y afirman que como Sapiens hemos logrado más variedad de rostros que nuestros antecesores. Todo el significado de nuestros gestos, de nuestras sonrisas, de nuestras miradas tiene un peso en nuestra especie que no tiene ninguna otra. Nuestros rostros hablan y comunican algo –alegría, tristeza, cansancio, desprecio, enojo, serenidad, sorpresa- en todo momento.

 

Toda la sensualidad que existe en el rostro es un truco evolutivo de nuestra especie para lograr el fin supremo: sobrevivir. Si, desde el punto evolutivo, la belleza nos ayuda a sobrevivir en este caótico mundo; nuestros artistas nos llevan por medio de sus obras hacia un mundo de orden y armonía en el que todos quisiéramos permanecer.

 

Ambos artistas Mauricio y Venegas - ahora en un  contrapunto visual-  tienen una cualidad importante: tratan a la fotografía con atrevimiento y libertad; pero sobre una buena base compositiva, con elementos de fundamentos visuales propios de todas las artes visuales. Textura, color, forma,  recorrido visual y mensaje implícito hacen que estos retratos nos transmitan una serie de sensaciones e interrogantes acerca de seres que sabemos que no conocemos y, sin embargo, nos son muy cercanos por ser de un mundo pequeño pero íntimo, nuestra patria.

 

Ellos son un medio por el cual nos acercamos hacia los memes que nos transmiten estos seres. Un instrumento, un canal para no olvidar tanta diversidad, como hacen en todo el mundo grandes fotógrafos como Steve McCurry, Lee Jeffries, Jimmy Nelsson y Lisa Kristine.

He ahí la excelencia de las obras de Mauricio y Venegas, aparentemente simples pero con una sutileza que transmite la grandeza de nuestros genes que han sobrevivido a tantos avatares como el último fenómeno de El Niño y que, sin rendirse, siguen celebrando la vida y sus contrastes.

* Doctora en Bellas Artes y Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte AICA.

  

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