Los carriles casi vacíos de Sullana
Costó 750 mil soles, pero sus usuarios
prefieren irse al valle del Chira.
Por Nelson Peñaherrera Castillo
La impresionante puesta de sol que ciclistas y fondistas tienen en el valle del Chira entre Marcavelica (primera) y Querecotillo (segunda). (Fotos por Luis Correa / FACTORTIERRA).
SULLANA,
Piura – En los
papeles dice ciclovía; en la práctica, podría llamarse estacionamiento
vehicular comunitario gratuito. En la calle San José, urbanización Santa
Rosa, iniciando el sector oeste de la ciudad, algunos vecinos usan el carril
dedicado a ciclistas como parqueadero para sus autos, camionetas o
motos; y aparentemente no ha sido difícil conseguirlo.
La
mezcla de los muros de contención ha cedido con suma facilidad y ahora ya no
existen. A ello se agrega que la pintura marcando la señalización desde, en y
hacia la ciclovía prácticamente se ha desvanecido [mira las fotografías a
continuación].
Fotos por Luis Enrique Curay, especial para Semana y distribuido por FACTORTIERRA.
Inicialmente
la obra costó unos500 mil soles destinados por el Ministerio
de Transportes y Comunicaciones con el propósito de incentivar el deporte,
cuidar el medio ambiente y prevenir los contagios por Covid-19 en el transporte urbano…
o eso decía el comunicado de prensa publicado el 2 de diciembre de 2020.
Su
ejecución comenzó a inicios de 2022 y al presupuesto se le añadieron 250 mil
soles más según el letrero de rigor. Las críticas llegaron por el monto y por
la dificultad de la obra; la más recurrente fue que hacía más angosta la pista
para vehículos motorizados.
Recorramos
la ruta de la ciclovía dentro de la ciudad de Sullana (todas las fotografías
por Luis Enrique Curay, especial para Semana y distribuidas por FACTORTIERRA).
Avenida Santa Cruz, al lado sur de la ciudad.
Avenida Champagnat, entre el centro y el sector oeste de Sullana.
Plazuela Bolognesi, sector oeste de Sullana.
Inmediaciones de colegio Santa Úrsula, sector oeste de Sullana.
Avenida José de Lama, centro de Sullana.
Pedaleando
en un laberinto
En la
práctica, la ciclovía sube y baja la avenida Champagnat, reaparece en la
avenida José de Lama y se encuentra con la calle El Alto. Solo ese circuito acumula
una longitud aproximada de seis kilómetros.
Luego surgen
ramales sin conexión aparente. Uno de ellos es el de la avenida Santa Cruz, que
une las avenidas Champagnat y Buenos Aires, ambas troncales de acceso desde la
carretera Sullana-Tambogrande. Son unos dos kilómetros más a la cuenta, y entre
ambas el barrio de La Selva, justo sobre la quebrada de Cieneguillo.
“Yo no
sé si a las ocho de la noche algún ciclista quiera pasar por ahí”, critica el
entrenador físico y activista comunitario Luis Enrique Curay, “salvo que entres practicando
ciclismo y salgas haciendo trote de velocidad”. En castellano: es probable que
te roben la bicicleta.
En el
Parque de los Leones, sobre la avenida Santa Rosa y donde nace la avenida
Champagnat, la ciclovía se interrumpe obligando al ciclista a cargar su
vehículo al hombro. Es buen ejercicio para brazos, pero se supone que no es la
idea.
Éste es el circuito que los ciclistas, particularmente, prefieren usar para sus entrenamientos (fotografías por Luis enrique Curay, especial para Semana y distribuidas por FACTORTIERRA). En el párrafo siguiente te contamos dónde queda:
Surcando
el Chira
La
mayoría de ciclistas entrena del otro lado del valle, en Marcavelica, en un
circuito que tradicionalmente estuvo dedicado al motociclismo. Comienza en la
enigmática colina Nariz del Diablo, por el Km 5 de la carretera Sullana-Alamor,
y continúa hasta Las Palmeras. Por lo menos es un par de kilómetros de suelo
arcilloso.
“La
usamos porque allí estamos lejos de los carros y los camiones que van por la pista”,
explica Mario Arias Mena, administrador de empresas que se ha dedicado al
ciclismo de competencia desde su época escolar. Incluso el circuito se extiende
a La Noria, caserío de Marcavelica a 37 kilómetros del centro de Sullana, casi
la misma distancia de este punto al centro de Piura.
Arias
agrega que usan otro entre las colinas del distrito de Querecotillo, situado en algún punto a
15 kilómetros al noroeste del centro de Sullana. ¿Y la ciclovía en el área
metropolitana? “No nos sirve para nada”, sentencia.
Incluso, los ciclistas han optado por usar esta trocha que corre aguas arriba del río Chira, pero en el distrito de Marcavelica (fotos por Luis enrique Curay, especial para Semana y distribuidas por FACTORTIERRA).
Amenaza
urbanística
No solo
los ciclistas se benefician con este circuito que usan entre Marcavelica y
Querecotillo; fondistas recorren los senderos y trekkers trepan entre
las colinas. La vista siempre verde del valle del Chira, el río caudaloso y el perfil de Sullana valen la pena, dicen.
Y solo
para no olvidarlo, el Paseo Turicarami, en la ribera del Chira que baña a la
ciudad de Sullana es una suerte de gimnasio inmenso a cielo abierto. Casi un kilómetro
de largo y una escalera de unos 30 metros de alto, y con vista al valle.
Ahora el
problema que enfrentan es que la urbanización podría dejarles sin espacios
naturales para entrenar. La Nariz del Diablo, donde se supone que los tallanes adoraban a un lagarto de
oro, sufre depredación desde hace un par de años: las casas ya están llegando a
él. Sumemos la basura que deja la agricultura del banano de exportación… y algunas
parejas que se aventuran a usar el sitio para tener sexo libre de impuestos.
Lo mismo
pasa en Las Palmeras donde la antigua pista de motociclismo casi ha sido
borrada del mapa por las casas, cuando hasta mediados de los 1990 ahí se podía
acampar u organizar competencias deportivas.
Mientras
tanto, la ciclovía de Sullana mortifica a conductores y algunos peatones así
como a dueños de negocios a lo largo de su recorrido, especialmente cuando pasa
un accidente, algo que se ha vuelto frecuente. “La gente se amontona y no deja
que los clientes entren a los locales”, se queja Ángelo Azabache, quien ahora administra
un restaurante en la avenida Santa Rosa, cerca de uno de los carriles. Golpe avisa,diría el palomilla del barrio.
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