Lecciones del volcán de La Palma

La emergencia no se pudo evitar, pero con enfoque científico sí se pudo manejar adecuadamente.

 

Por Nelson Peñaherrera Castillo

 



 

EL PASO (Canarias), España – El 19 de setiembre de 2021 a las 15:10 tiempo local (1410 GMT), una grieta se abrió en medio de un bosque de pinos en el  predio Cabeza de Vaca. Una gran cantidad de vapor de agua, gases, material piroclástico y lava comenzó a fluir como si fuese un surtidor: un volcán había nacido.

 

Durante 85 días, el material incandescente cubrió alrededor de 12,5 km2, afectó a 3000 dificaciones y desplazó a 7000 personas. Además, arrasó sembríos  de plátano que sustentan parte de la economía en la isla de La Palma, la más noroccidental del archipiélago de las Canarias. El turismo, que activa la otra parte del motor económico, se mantuvo constante aunque no con la masividad del periodo pre-eruptivo.

 

Para la ciencia fue una etapa de afianzar aprendizajes y cómo éstos permiten gestionar un desastre natural en desarrollo, transmitido a todo el mundo en tiempo real y con apenas una muerte indirectamente relacionada con la erupción. Sobre este aspecto, ¿qué puede aprender el mundo y cómo aplicarlo a sus realidades locales?

 



 

Detectando patrones

Aunque el evento parece haberse gestado durante cuatro años, para los científicos la preparación tomó una década desde 2011 cuando el volcán Tagoro erupcionó en la isla de El Hierro, en el extremo suroeste de las Canarias, construyendo un cono que quedó a 81 metros de profundidad. Si bien no causó víctimas, sí permitió que se pusiera a prueba instrumentos de monitorización tecnológicamente más avanzados.

 

Aquella vez los científicos pudieron prevenir a las autoridades y éstas a la población para evitar exitosamente los riesgos. Sin embargo, el evento Tagoro fue bajo el agua. ¿Cómo podría trasladarse esa experiencia si sucedía en tierra considerando el historial volcánico de las Canarias? Todas las islas surgieron desde el fondo del mar gracias a sucesivas erupciones. De hecho, su pico más alto, el Teide (3715 metros), es un volcán y el techo de toda España.

 

La Palma (708,3 km2) no es la excepción. La mitad norte tiene huellas cataclísmicas como la caldera de Taburiente, pero esa porción está inactiva hace miles de años. Por alguna razón, el punto caliente se mudó al ssur y concretamente a la dorsal de Cumbre Vieja (1949 metros de altitud), cuyo nombre engaña (justo al norte está Cumbre Nueva, 2067 metros de altitud, que realmente es mucho más antigua) porque geológicamente hablando es una pequeña sierra mucho más reciente y, por lo mismo, volcánicamente más activa.

 

En sus faldas han surgido siete volcanes en el último medio milenio, desde que se tienen registros históricos, y durante el último siglo, dos erupciones han podido ser estudiadas y registradas con una ciencia aún en desarrollo: San Juan (1949) y Teneguía (1971). Lo que los científicos aprendieron de ambos es que las erupciones tienden a ser estrombolianas: explosivas, expulsión de mucho piroclasto y formación de anchísimas lenguas de lava que pueden correr por kilómetros hasta llegar al mar.

 

Otro dato que los científicos conocen es que todos los eventos volcánicos del último milenio han consistido en erupciones que han expulsado mucho material incandescente, han formado conos de poca prominencia, y una vez que la erupción cesó, nunca más han vuelto a erupcionar. Se trata de los volcanes monogenéticos (como el Xitle, en Ciudad de México, o los de Andagua, en Castilla, Arequipa), muy distintos de sus hermanos más colosales, los poligenéticos (o multigenéticos) mejor conocidos como estratovolcanes (como elMisti, Ciudad de Arequipa).

 

El siguiente parámetro fue rastrear la sismicidad, y en especial un tipo de actividad conocida como enjambre sísmico, remezones de poca magnitud pero localizados en el mismo área y a la misma profundidad. Muy pocos son percibidos por el ser humano,pero advierten una eventual erupción siempre y cuando la zona sea volcánicamente activa, como ocurrió en 1943 en Paricutín (Michoacán, México) o en las últimas dos décadas en las islas Galápagos (Ecuador). La diferencia entre los dos casos es que en México no habían instrumentos que advirtieran la inminencia de una erupción hasta que la tierra se abrió en un maizal.

 

A continuación, los científicos aprendieron a rastrear el movimiento del magma, el material ígneo fundido que se forma debido a la alta presión de la corteza terrestre sobrel manto o capa intermedia de nuestro planeta, la que muchas veces se dispara por la tectónica de placas. A esto se le conoce como tremor.

 

Finalmente, cuando el magma se abre paso por las grietas y zonas más débiles de la corteza buscando ganar la superficie, pueden crear una especie de chichones. Este indicador es la deformación del suelo. Si todos los valores llegan a un punto crítico, es probable que la erupción se produzca en cuestión de semanas o días. O quizás horas como pasó con el volcán en Cumbre Vieja.

 

No siempre existe la oportunidad de cubrir el inicio de un evento natural en vivo y dentro de un noticiero estelar, pero le pasó a TV Canaria, la cadena autonómica de Canarias, que vio nacer al nuevo volcán en La Palma justo cuando transmitían su informativo y a espaldas de dos de sus reporteros. Aquí este documento histórico tal como salió al aire:



 

Protocolos e hipervigilancia

El nacimiento de un volcán puede mezclar entusiasmo y temor a partes iguales al punto de convertirse en una atracción turística, la que en el caso de La Palma ha procurado ser gestionada cuidando la sensibilidad de las personas desplazadas, muchas de quienes perdieron sus casas o fincas bajo la lava.

 

Para las autoridades de las islas Canarias, un volcán siempre es un riesgo inminente pero altamente vigilado. El Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN) está formado por un equipo eminentemente científico encargado de detectar y verificar todos los indicadores del evento. Esta información es proporcionada al Plan de emergencias Volcánicas de Canarias (PEVOLCA), que diseña el protocolo de seguridad para gestionar la crisis.

 

En el evento de Cumbre Vieja, el INVOLCAN tuvo un aliado fuerte, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) de España, que a pesar de no haber recibido presupuesto suficiente para funcionar en 2022, ha aportado datos y experiencia valiosos a los técnicos canarios y palmeros que precisen  la respuesta frente a la emergencia conservando el enfoque científico.

 

Mientras tanto, el PEVOLCA está en contacto directo con la población y los medios de comunicación proporcionando datos verificados para actuar a tiempo. Adicionalmente, las autoridades locales contaron con la participación sobre el terreno de la policía local, la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias (UME), un cuerpo del gobierno español especializado en operaciones de evacuación, refugio y rescate.

 

Los niveles de coordinación entre todas estas instancias se ha mantenido fluida y oportunamente. Incluso, el propio volcán era hipervigilado por toda la tecnología disponible: observación directa, drones con cámaras de luz visible y señales térmicas, medidores de gas, estaciones sismológicas, vigilancia por satélite  y una transmisión 24/7 que hizo complicado perderse algún detalle.

 

Los procesos de evacuación no evitaron que muchas propiedades quedasen sepultadas por la lava o las cenizas, o que incluso una boca se abriera en la puerta de una casa, pero sí permitieron salvar todas las vidas como fue posible. Además, los turistas tuvieron acceso restringido para evitar que su curiosidad obstruya el trabajo y desplazamiento de las autoridades y los servicios de emergencia.

 



 

La vida renace

El volcán cesó su actividad visible el 13 de diciembre de 2021 hacia las 21:00 tiempo local (GMT). Sin embargo, los científicos no cantaron victoria sino que se dieron un plazo  hasta el 24 de diciembre de 2021 para verificar que los indicadores bajo tierra cayeran a mínimos que no representaran riesgo, además de dar tiempo para que el edificio volcánico se desgasificara y los remanentes venenosos que hubiese en los alrededores se dispersaran. Para Navidad, la erupción se dio por oficialmente finalizada.

 

A pesar que el riesgo volcánico se redujo, han recomendado que la población cuyas casas o propiedades están cerca del cono (según el IGN, con una altitud final de 1124 metros), y que hayan sufrido daños mínimos o inexistentes, no se apresuren a repoblar hasta verificar que el peligro haya cesado del todo. Eso podría tomar hasta abril de 2022. Mientras tanto, muchos desplazados viven en casas de familiares, amigos o cuartos de hotel cedidos como refugios.

 

Los nuevos desafíos para la ciencia sson habilitar la zona cubierta por la lava como espacios para reasentar a la población (considerando que Cumbre Vieja sigue activo) y recuperar las áreas agrícolas. Algunos productores de plátano han pedido a las autoridades que adecúen la ley para cultivar sobre el delta lávico, localmente llamado fajana, que la erupción le ganó al mar: casi 40 hectáreas.

 

Otro desafío será recuperar las extensiones de bosque mayormente pobladas por el pino canario (Pinus canariensis), árbol endémico que sirve de rrefugio a la fauna local. Si bien se trata de especies resilientes a eventos volcánicos, los biólogos estudian estrategias para hacer el proceso mucho más eficiente. El suelo naturalmente fertilizado por la erupción hará el resto.

 

Finalmente, aunque no menos importante, cómo gestionar la salud mental de la población, en especial la niñez, y con más énfasis en quienes lo han perdido todo. Muchos dicen que volverán a levantarse de los escombros, pero los psicólogos creen que es necesario poner mucho cuidado en el estrés postraumático. Quizás sea inevitable que haya otra erupción en La Palma o en todas las Canarias, pero lo que sí puede hacerse es cómo convivir con el riesgo y cómo responder asertivamente si éste se presenta para evitar que cualquier vida se pierda en cualquier otro evento futuro.

 



 

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