Cómo las tecnologías de la información están cambiando nuestra realidad

Universidad de Piura





Desde que en 1994 el Perú se conectó por primera vez a Internet[1] muchas cosas hancambiado: vivimos en una sociedad inmersa en las redes sociales, las audiencias se informan y toman decisiones desde el teléfono móvil[2], las organizaciones empiezan a dialogar de modo horizontal con los ciudadanos, los ‘televidentes’ dejan los medios tradicionales y optan por plataformas streaming, decidiendo cómo y cuándo entretenerse, los políticos ya no responden únicamente a los grandes medios, sino que se enfrentan a una opinión pública digital que los interpela desde la comodidad delhogar.


Así, la tecnología va transformando nuestros espacios vitales y cotidianos, y está configurando una nueva sociedad que, paulatina y lentamente, comprende que las cosas no son como antes.


La penetración de Internet en el Perú es un fenómeno sostenido que, según GFK (2019),se encuentra en el 56% a nivel nacional en el ámbito urbano-rural. Aunque aún hay un porcentaje considerable de peruanos que desarrollan su vida en el offline, las tendencias nos indican que los procesos de transformación digital no tienen retroceso y que,inevitablemente, terminarán alcanzando a la mayoría de la población.


Esto lo destaca,por ejemplo, el informe técnico sobre Las Tecnologías de Información y Comunicaciónen los Hogares (INEI, 2019, p.9), donde se evidencia que, en el primer trimestre de 2019,el 64,4% de los jóvenes entre 12 y 18 años hacen uso de Internet en todo el país[3].


Esta incursión digital es más que una moda tecnológica: está generando nuevos parámetros en los procesos de interacción social. Las personas abandonan la escritura tradicional para embarcarse en novedosas formas de expresión audiovisual, los amigos ya no se encuentran únicamente en los grupos de referencia primarios y secundarios,sino en plataformas digitales que rompen las barreras geográficas y culturales.





El espacio público ya no se configura en base a la relación entre medios tradicionales y loestablecido por el universo discursivo común, sino que se da cabida a múltiples espacios públicos, alternativos, que podrían ser contracorriente al establishment mediático. Así,el espacio físico, el territorio, ha dejado de ser –para las actuales generaciones– la condición necesaria para explicar la configuración de la comunidad. Internet ha creado una nueva relación entre las nociones de vida pública y vida privada. Si antes lo público era el ámbito de la subjetividad que tenía interés comunitario, como las opiniones políticas, las preferencias de consumo, o la postura respecto a los consensos dominantes; hoy también son públicos contextos privados como las celebraciones de cumpleaños, los paseos familiares, las compras de ropa y hasta el dolor frente a una enfermedad.


Así, las redes sociales nos muestran formas expresivas carentes de pudor, donde lo público –potenciado por la tecnología– es aquello que sedesea mostrar. Se trata de un universo de discurso influenciado por un salvaje liberalismo, donde los referentes de privacidad se desdibujan, y la exposición sin límites afecta a la construcción de la propia identidad.


Por ello, este proceso de transformación digital llama la atención de académicos y expertos, quienes empiezan a preocuparse por los peligros de una sociedad que navega en Internet sin conocer su dinámica social. Por ejemplo, existen estudios que destacan el uso compulsivo de Internet en los jóvenes, quienes dejan de prestar atención a sus obligaciones del mundo offline (Yarlequé, L.; Javier, L.; Núñez, E.; Navarro, L.; yMatalinares, M., 2013). Otras investigaciones ponen el énfasis en el consumo decontenidos inapropiados, el contacto con desconocidos, la dependencia tecnológica, y las amenazas a la privacidad (Morales, 2015).


La red ingresa de modo asincrónico en los niños y adolescentes porque no existe límite de espacio y tiempo. El reto se encuentra en formar personas que no sean serviles a la monetización del tráfico digital. Si esto no se cuida, el sujeto tiende a una identidad ficticia, deslumbrado por las tendencias, y aferrado a la indeterminación.


Entre los riesgos más comunes de la sociedad digitalizada se encuentran el ciberbullying, el grooming[4] y el sexting[5]. En el primero, las consecuencias “van desde problemas emocionales, académicos y decomportamiento, hasta baja autoestima, depresión e incluso intentos suicidas u homicidas” (Astorga-Aguilar y Schmidt-Fonseca, 2019, p. 9).


En el grooming y sexting el peligro aparece frente a la necesidad de aceptación: la víctima asume los protocolos poco pudorosos de la red y se aferra a una falsa emotividad. Esto se vuelve más preocupante cuando los padres de familia no están preparados para administrar los peligros de la red. En el espacio físico se puede optar por cerrar la puerta; en Internet la puerta siempre está abierta.


En este contexto, la aceptación social se configura a partir de los likes recibidos, la recreación de memes, y la participación en los hashtags(#) o etiquetas dominantes. Pero estos nuevos indicadores de pertenencia se desarrollan en un contexto líquido, al punto de que los ejes de conversación se tornan anárquicos: todos pueden hablar, pocos escuchan, y al final se cambia de tema.





Pero la dinámica social de Internet no es mala en sí misma; se trata de un momento detransformación cultural ocasionado por la tecnología, que demanda suma atención de quienes intervienen en la formación de los ciudadanos. La solución no consiste solo en conocer el funcionamiento de los aplicativos, sino en comprender los procesos de socialización digital, su relación con la identidad personal, y las oportunidades expresivas y cognitivas de un nuevo alfabeto que ya convive con nosotros.


Internet ha creado nuevas formas de comunicación y su impacto social puede ser entendido de modo análogo a la llegada del cine o la televisión. En los años ochenta, el profesor Stuart Hall, teórico de los Cultural Studies, puso de manifiesto que los medios de comunicación, cuando conviven con la sociedad, generan una semiótica compartida–un nuevo lenguaje– que se naturaliza en la vida de los hombres (Hall, 1980). En otras palabras, cuando aparece una nueva plataforma mediática, no solo se accede a un nuevo contenido, sino que se adquieren nuevas formas de interpretación a través de los códigos del nuevo medio.


Un ejemplo puede graficar esta reflexión: a modo de broma se cuenta que, en la primera proyección de cine, en 1895, hubo quienes salieron corriendo porque vieron que un tren les venía encima. Aunque siempre se ha discutido la veracidad de esta historia, no es descabellado pensar que quienes no están acostumbrados al lenguaje cinematográfico reaccionen así. Hoy estamos acostumbrados a este lenguaje y nadie saldría corriendo si viene un tren. Con Internet pasa algo similar: la sociedad se está ‘acostumbrando’ al lenguaje digital y nuevas formas expresivas aparecen.


Hoy, por ejemplo, un adolescente no estaría dispuesto a leer un reportaje de cuatro páginas sobre un hecho histórico, pero sí podría consumir esta misma información en un formato interactivo. Esta nueva forma narrativa le permitiría inmersión en el pasado con audio y video, la posibilidad de elegir información desde su óptica e, incluso, asumir un rol activo si es que el reportaje tiene elementos de gamificación.

Por ello, las grabaciones con cámara 360°, la información con narrativa de videojuegos,o las noticias en formato de cómic no son tendencias futuristas. Actualmente los medios de comunicación están dedicando tiempo y recursos a laboratorios de innovación: lasnuevas  formas de conectar con los públicos ya conviven con nosotros, y más de un actor social quiere aprender el nuevo lenguaje. Como afirma el profesor Villanueva-Mansilla(2017), la tecnología tiene efectos culturales que se están materializando en nuevas formas narrativas, y cambios en la generación y consumo de contenidos.


Es así que el escenario digital no solo manifiesta peligros, sino que también nos impone retos. Será necesario ver al ecosistema digital como una plaza pública, a la que asistiremos conociendo sus riesgos, cuidando nuestra identidad e integridad, siendo conscientes de que es como la calle misma. Así, la educación en ciberseguridad y el aprendizaje de las nuevas narrativas, son dos aspectos que hoy se hacen sumamente necesarios.


Por ello, el estudio El comportamiento digital de los escolares piuranos, quepresentamos desde el Centro de Investigación en Opinión Pública (CIOP) de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Piura, pretende algo más que una aproximación descriptiva a cómo los jóvenes interactúan en la sociedad digital. Esperamos que los resultados sean un punto de partida para la reflexión de padres y educadores con dos objetivos específicos.

En primer lugar, conocer el status quo del comportamiento digital de los escolares, con especial énfasis en averiguar cómo usan las redes sociales y saber qué acciones toman frente a situaciones de riesgo. En segundo lugar, llamar la atención sobre la necesidad de una adecuada alfabetización digital.





Si en los procesos formativos se introducen políticas de alfabetización digital, los riesgos empezarían a mitigarse, y el nuevo lenguaje sería visto como una posibilidad para el diálogo social. En nuestro país existen casos innovadores donde las nuevas narrativas están al servicio de la comunidad. Por ejemplo, en 2013, un grupo de niños deNauta (Loreto) grabó el videoclip Kunbarikira, un rap en lengua Kukama y encastellano, que se viralizó en las redes sociales e impactó en los medios de comunicación [ver líneas arriba].


El objetivo de esta iniciativa era preservar la lengua del pueblo KukamaKukamira, de la Amazonía peruana. Antes de la viralización del video, los jóvenes se avergonzaban de hablar su lengua natal; esto cambió gracias a una nueva forma de contar –narrar– su identidad (Aularia, 2018).


Así, el presente estudio no pretende ser alarmista, sino, por el contrario, recordar que es responsabilidad de padres y educadores conocer tanto el funcionamiento de las plataformas, como aprender la codificación y decodificación de las nuevas formas expresivas (Astorga-Aguilar; Schmidt-Fonseca, 2019). Todo esto debe acompañarse de una formación preventiva, explicando que la sociedad digital es la sociedad misma.


De alguna manera, debemos enseñar –y aprender– en el contexto online nuevamente lo básico: echar llave a la puerta, invitar a casa solo a los amigos y conocidos, y pedir ayuda si alguien vulnera nuestra imagen, honor e integridad.


[1] La Red Científica Peruana (RCP) fue la institución que instaló la primera cabina pública de Internet en el Perú: contaba con 40 computadoras y estaba ubicada en el Centro Cultural Ricardo Palma, en Lima. Pretendía que cualquier persona accediera a las herramientas digitales sin ningún tipo de restricción. El principal servicio usado fue el correo electrónico, demandado principalmente por personas del mundo académico; posteriormente su uso se extendería al ámbito empresarial y a la sociedad en general. Sin embargo, no fue sino hasta 2000 en que se popularizaron las cabinas de Internet, haciendo posible que miles de personas accedan a los contenidos del naciente ecosistema digital. Actualmente la RCP es la organización responsable de otorgar los dominios a las webs en Perú. (Nishiyama, 2019).
[2] En el sector comercial, según el estudio “El ecommerce en Latinoamérica” (2019), el 30% de las ventas del sector retail ya se realiza a través de Internet, y el 49% de los usuarios digitales suelen realizar compras de modo virtual.
[3] Además, el 56,9% del total de hombres (de 6 años a más) hace uso de internet, mientras que en lasmujeres es el 51,1% (INEI, 2019, p.9).
[4] El grooming es acceder a la inocencia e ingenuidad de alguien a través de perfiles falsos, buscando laconfianza y amistad, normalmente a través de las redes sociales. Se busca tener control sobre otra persona con el fin de abusar de ella. Empieza por la amistad, que permite la obtención de datos personales; luego viene el engaño, generalmente atacando el lado sentimental (estar enamorado), para obtener fotografías; y finalmente el chantaje, para no difundir las imágenes obtenidas (Astorga-Aguilar ySchmidt-Fonseca, 2019).
[5] El sexting se entiende como “la práctica que consiste en compartir imágenes de tipo sexual, personal o de otros, por medio de teléfonos o internet” (Arab y Díaz, 2015, p. 10).


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