Plegaria grabada en roca

¿Los petroglifos trazados en el área de Malingas hace algunos milenios parecían pedir que nunca falte el agua pero que tampoco haga daño?

 

 

Por Jaime Gallo Montero

 

 


    

 

 

TAMBOGRANDE, Piura – Es difícil entender qué nos quiere enseñar la Historia, pero mucho más difícil es tratar de comprender las pocas evidencias que nos deja, como los dibujos sobre piedra en el área de Malingas, a unos 15 kilómetros al sureste de la ciudad de Tambogrande. ¿Qué representaban los antiguos mediante los petroglifos y qué significado guardaban los lugares donde decidieron realizarlos? La gente de esta generación los conoce como Los Diablos de Guaraguaos [ver video sobre estas líneas], pero nadie tiene una explicación sobre sus autores y su representación.

 

 


    Éstos se hallan en un terreno rodeado de algarrobos, a unos 25 minutos a pie por el camino entre Guaraguaos Bajo y Guaraguaos Alto, y a cinco minutos de este último pueblo. Los dibujos consisten en representaciones antropomorfas en posición adoratoria y en algunos casos semejan soles con ojos y rayos conectados por una especie de cordón.

 

 

Los “Diablos de Guaraguaos” aparecieron un día en la década de los 1960 cuando las maquinarias abrían la tierra para habilitar las parcelas de la Colonización San Lorenzo. Mientras removían, se encontraron con varios monolitos de basalto dispersos en un radio de 300 metros. Al no poderlos sacar de su sitio, pues pensaron que podrían encontrar entierros de oro, decidieron dejarlos allí.

 

 

Lo que les llamó la atención fue los dibujos de personas en posición frontal, con las piernas separadas y en cuclillas; también trazos de cabezas rodeadas con rayos, y los inquietantes cordones conectores entre ambas. Nadie pudo explicarlos, y por su forma extraña, la gente les puso “los Diablos”, los que, debido a la corrosión causada por la lluvia y a la depredación por parte de los lugareños, están desapareciendo, a pesar de que las autoridades locales lo consideran una atracción turística.

 

 


    VIDEO
: Jaime Gallo explica cómo hallaron Los Diablos de Guaraguaos.

 

 

Si no hay explicación para estos dibujos, quizás más intrigante es saber que los trazos se repiten con mayor nitidez a cinco kilómetros al oeste de Guaraguaos Bajo, en la localidad de Manco Cápac, muy cerca de la quebrada de San Francisco, un tributario del río Piura.

 

 


     Al estar en un lugar inhóspito, y que depende del avance o retroceso del bosque seco circundante, casi no han sido visitados por la gente local, por lo que tampoco tienen huellas de depredación, a pesar de estar hechos sobre la misma roca basáltica. Pero, a diferencia de los petroglifos de Guaraguaos Alto, éstos se encuentran en la cima de una colina, a la que bautizamos como Mirador, debido a que desde allí se tiene una vista completa del sector Malingas, desde los contrafuertes andinos hasta su encuentro con el río Piura. Los dibujos en las piedras, como en Guaraguaos Alto, parecen orientarse al sur.

 

 


    Plegarias para controlar

Basándome en datos de mi compañero Mario Tabra, quien realizó estudios sobre este tipo de vestigios en los andes de Ayabaca, se puede determinar que se trataba de personas de origen amazónico que poblaron la zona durante el Periodo Formativo, comprendido entre los 20 mil a dos mil años antes de Cristo, luego que aprendieran a domesticar plantas y animales.

 

 

Falta determinar la datación exacta de los petroglifos que encontramos. El referente inmediato es Samanga, distrito de Ayabaca, cerca de la frontera con Ecuador (circa dos mil años antes de Cristo según el antropólogo Mario Polía). Tabra conversó con Raúl Zevallos, quien estudió las formas. Él sostiene que los antiguos hacían su vida en función de la existencia del agua.

 

 

 Según él, ellos pedían agua, pero también buscaban controlarla: una súplica constante de que nunca falte el recurso, pero que tampoco su abundancia sea dañina, lo que hace suponer que la población había sido afectada por algún evento relacionado con El Niño (Malingas es la zona más lluviosa de la costa de Piura). Quizás por eso su cercanía a la quebrada. Las dos cabezas conectadas por un cordón podría referirse a la serpiente bicéfala, una iconografía tan común en América Latina y que representaba la dualidad del universo.

 

 


    Pero hay más aún. Estos no son los únicos petroglifos existentes en la zona. En Culqui y Huaca Larga, Ayabaca, también hay una piedra con diseños similares. Como obstaculizaba el asfaltado de la carretera que conecta Sullana con Ayabaca, fue removida de su lugar hace unos años, y reubicada junto a la capilla local; en el distrito de Suyo, Ayabaca, también hay petroglifos. En ambos casos, no hay estudios.

 

 

 Las ubicaciones de las piedras no son casuales. La mayor concentración de restos del Formativo se ubica en el valle del Alto Piura, tal como lo ha estudiado la arqueóloga Anne-Marie Hocquenghem. En FACTORTIERRA creemos que estos adoratorios señalan los caminos del agua; a medida que los antiguos poblaban esta zona, buscaban lugares donde pudieran asentarse y desarrollar la agricultura, así que siguieron el curso de los ríos Macará, Quiroz y Chipillico; en otras palabras, dependían de la existencia del agua y se dedicaron a buscarla y aprovecharla para desarrollar sus actividades.

 

 


     Y es que el agua no era un elemento más, sino un miembro de su familia; de hecho, aprendieron a convivir con los fenómenos naturales, y sabían que en gran parte, dependían del líquido vital. Hace falta profundizar los estudios. Lo que hemos descubierto apenas es la punta de toda la madeja. Allí están los petroglifos. Ahora es el tiempo de los especialistas.

 

 

 Liliana Alzamora en Tambogrande y Nelson Peñaherrera en Sullana contribuyeron con este informe. Con colaboraciones de Luis Ginocchio en Piura.

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