¿qué esperanzas tenemos respecto al agua?

El recurso básico para la vida en la Tierra enfrenta muchos problemas conforme la humanidad progresa. El más grave es, quizás, que no esté disponible para todas las personas.

 


Basado en un texto original de Kathy García


 


    La historia de la humanidad está ligada a la manera cómo ‘domesticó’ el agua, hace 5000 años, cuando aparecieron los primeros asentamientos en el valle del Indo, actual India, donde construyeron tuberías para recibirla y canales para desecharla. Atenas, Grecia; Pompeya, actual Italia; Cusco, Perú. También tenían elaborados sistemas de agua y desagüe.

 


El poder político de esas ciudades estuvo conectado al suministro del agua, lo que llevó a construir grandes obras que les permitieran captarla, transportarla desde lugares remotos, acumularla y distribuirla. Así nacieron los canales y acueductos, y aparentemente así lograban satisfacer su demanda.

 


El agua fue mayormente utilizada para la agricultura, y el suministro dependía de la existencia de lluvias y ríos. El consumo escaló durante la Revolución Industrial de los siglos XIX y XX, lo que implicó hacer obras de ingeniería más grandes que permitieran una mayor acumulación, protección y la prevención de inundaciones. Asimismo, se aseguró el caudal para las plantas hidroeléctricas y las irrigaciones.


 

  La otra gran revolución fueron los servicios de desagüe que permitieron controlar enfermedades infecciosas como el cólera y la tifoidea. Como dato, en 1991, Perú sufrió una epidemia de cólera al igual que otras naciones en América Latina. La mala calidad del agua o la insuficiente disponibilidad disparó las infecciones.



 Naciones Unidas estima que 2100 millones (de los más de 7500 millones) de personas en todo el mundo no tiene acceso a agua potable. Al inicio de este siglo, la ciudad de Lima tenía a dos millones (de entonces siete millones) de personas sin acceso a agua potable y alcantarillado. La acusación de que el líquido no era seguro por presencia de contaminantes industriales ha sido constante.

 



    Situación actual

La ausencia o escasez de agua potable y alcantarillado en los sectores más pobres de nuestras ciudades sigue siendo una noticia de primera plana.  Algunos dirigentes aseguran que hay planes para privatizar el servicio, pero las operadoras lo han negado; incluso algunos países han inscrito en sus constituciones que “el agua es un derecho humano”. La ley peruana la considera “un bien de uso público”, es decir de acceso y uso universal siempre que esté dentro del territorio nacional.

 


En Perú, el servicio de agua potable y alcantarillado está administrado por empresas propiedad de los gobiernos municipales, mientras que a nivel nacional se creó la Autoridad Nacional del Agua para manejar mejor el recurso independientemente de los fines que tenga.  Aún así, hay problemas debido al cambio climático, el costo de operación, las deudas que generan los usuarios y una burocracia pública que ralentiza tomar buenas decisiones.

 


Otro problema externo que impacta directamente es la contaminación industrial. Ya hay sanciones pero las empresas usan trucos legales para eludir su aplicación o alargar los procesos judiciales. A inicios de siglo, el Departamento de Comercio de los Estados Unidos afirmaba que el agua y desagüe generaban ganancias de unos 100 mil millones de dólares en ese país y el quíntuple a nivel mundial. Unas 115 mil empresas y organizaciones disputaban un nicho de mercado en todo el planeta.


 


    Avance tecnológico

Entre 1980 y 2000, el consumo de agua en los Estados Unidos cayó un 35%. En Japón hacia 1965usaba cerca de 13 millones de galones de agua, lo que significa un ingreso de un millón de dólares; un cuarto de siglo después solo gastaba 3,5 millones de galones tras aplicar una política de conservación basada en tecnología.

 


En Perú, las universidades han presentado varias propuestas para usar el agua de manera más eficiente. Para inicios de siglo, los costos de captación y operación de agua potable se habían reducido notoriamente gracias a las membranas de filtración, oxigenación avanzada, reparación y renovación localizada de tuberías y su realineación, así como la monitorización inteligente. Si la medición del consumo de agua se automatizara, haría una gran diferencia.


 

Aún así, se estima que a nivel nacional entre el 25% y el 30% de quienes consumen agua no la pagan, mientras que a millones les falta el recurso. Otra parte se pierde en redes antiguas y obsoletas, o aquéllas que no reciben un adecuado mantenimiento. A pesar de los adelantos, aún hay pérdidas de agua por estas causas antes que por facturación.


 

La buena noticia es que el uso racional del agua ya es una materia de aprendizaje y discusión en las escuelas, lo que puede llevar a acciones afirmativas eficaces. Cuando la Ciudad de México renovó 350 mil inodoros deteriorados, se pudo dotar de agua a 250 mil personas, poco más del 1% de la población de esa área metropolitana. En los Estados Unidos, el agua de los ríos más importantes se usa y reúsa hasta 20 veces antes de enviarla al mar. En Perú, aún no logramos implementar esos programas exitosamente.

 


En la medida en que nos sigamos educando sobre el uso racional del agua y sepamos cómo se genera para conservarla desde su naciente, y actuemos como ciudadanía consciente para evitar que se cambien las reglas del juego (en tanto sean perjudiciales), hay esperanza para el llamado líquido elemento. Esta receta ha impedido que en década y media, este bien vital se transforme en una mercancía reservada a una élite.


 

Condensado y adaptado por FACTORTIERRA.


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