los puntos débiles de Piura

En 2005 y 2009, dos estudios indicaron dónde se deben priorizar las obras de prevención ante desastres. 


Por Nelson Peñaherrera C 





Piura - Las lluvias torrenciales caídas principalmente en febrero y marzo de 2017 dejaron desolación y críticas. Por un lado, miles de litros de agua y sedimento arrasaron con campos de cultivo, estropearon carreteras  e inundaron poblaciones; por el otro, la gente comenzó a acusar a sus autoridades y funcionarios de no haberse anticipado adecuadamente al evento con obras y acciones preventivas.

El periodo lluvioso que vivió el departamento fue producto de un calentamiento inesperado del Océano Pacífico debido al ingreso de la Corriente ecuatorial de El Niño que trajo agua cálida. el Anticiclón del Pacífico Sur, en vez de empujar el agua fría de la Corriente de Humboldt, simplemente colapsó, dejó de soplar viento antártico y

el mar se hizo más transparente, menos salado y especialmente más caliente. Ésto aceleró la evaporación, cubrió el cielo con nubes cúmulo-nimbos y produjo lluvias torrenciales con vientos fuertes y actividad eléctrica.

Las lluvias y crecientes de los ríos inundaron las partes más bajas, principalmente en el valle del río Piura, que llegaron a afectar a la capital departamental. Aún no se explica por qué no se le pudo pronosticar semanas antes.

Estos efectos no son nuevos y ya habían sido advertidos en 2009 por un estudio del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico del Perú (Ingemet), que hizo un extenso trabajo de campo en todo el territorio departamental explicando su geología, zonas de riesgo y recomendando acciones de prevención y mitigación.

Algunos años antes, en 2005, el Gobierno Regional de Piura elaboró un Plan de Prevención de Desastres de cinco años de duración en el que analizaba los riesgos potenciales dentro del mismo espacio en base a antecedentes históricos, y detallaba políticas y actividades destinadas a evitar daños totales y parciales a la población, la infraestructura y las actividades económicas.


El 8 de mayo de 2017, el gobierno peruano inició un programa de tres años llamado Reconstrucción con Cambios que pretende reponer la operatividad de todo el norte del país, y aunque se ha informado que ya hay proyectos para obras de ejecución inmediata, nadie revela claramente por dónde comenzar. 

De nuestra parte, hemos combinado la información del estudio Ingemet, el plan del Gobierno Regional de Piura y la cobertura

FACTORTIERRA para establecer una primera lista de lugares a los que podría darse la prioridad inicial. Más de 1,3 millones de habitantes, equivalente al 70% de la población departamental, sería la beneficiada en 48 de los 65 distritos que tiene Piura.




1.-  Valle del Piura

Será muy difícil especificar qué parte es la más vulnerable porque todas parecen serlo. Desde que los ríos Bigote, Piscán, Pusmalca y Serrán confluyen para formar el río Piura, ingresando a la provincia de Morropón, comienzan los problemas para aproximadamente 949 mil personas que viven en todo el valle, de las que alrededor de dos por cada tres son habitantes del área metropolitana de Piura, la capital departamental.

La velocidad que imprime la pendiente andina, la estrechez del valle y la cantidad de agua tras un periodo lluvioso fuerte, generan inundaciones que han sido capaces de destrozar campos de cultivo, poblaciones y puentes. Los de Salitral y Carrasquillo fueron reconstruidos hace menos de dos décadas y han tenido que soportar incluso estar temporalmente bajo miles de litros a gran velocidad.

Conforme el río se libera del abrazo de la Cordillera de los Andes, ya en la planicie costera, sigue recibiendo masivos flujos de agua, especialmente de quebradas entre las ciudades de Chulucanas y Tambogrande, incrementándolo tanto que amenaza al área metropolitana de Piura como ocurrió el 27 de marzo; Luego inunda el Bajo Piura hasta su desembocadura en el desierto de Sechura.

Según el Ingemet, el punto más crítico es la carretera Piura-Huancabamba cuando pasa la localidad de Malacasí (distrito de Salitral), donde se halla el río Seco, que, cuando llueve, es todo lo opuesto a eso. Más adelante, en el límite de las provincias de Morropón y Huancabamba está el río Serrán, casi sin agua en estiaje pero con comportamiento similar al anterior durante las precipitaciones del verano. En ambos casos, se ha recomendado la limpieza de cauces y la construcción o mantenimiento de badenes.

Las laderas deforestadas pueden provocar deslizamientos, por lo que se ha recomendado evitar la construcción de viviendas y el cultivo en las torrenteras. Para el cauce en zona baja se ha aconsejado la construcción de defensas ribereñas con la finalidad de ralentizar la erosión, especialmente a su paso entre las ciudades de Piura y Castilla.

Siguiendo aguas abajo, se advirtió el mantenimiento y reforzamiento de diques de contención y defensas para evitar la inundación de campos de cultivo en los distritos de Catacaos y Cura Mori, e incluso en la ciudad de Sechura, por donde el río desemboca una vez que repleta las lagunas Ramón Grande y Ñapique en el desierto de Sechura. La buena noticia para la zona baja es que el río no ha cambiado su curso desde finales del siglo XIX, pero nada está dicho aún.



2.- Tablazos de Paita y Talara

Hablando en términos geológicos, lo que hoy conocemos como cordón litoral era, hasta hace poco, lecho marino. A mitad del cenozoico, comenzó a elevarse progresivamente, creando una especie de mesa casi plana que emergió y hoy forma gran parte del relieve del litoral norte del departamento, solo interrumpida por la paleozoica Cordillera de la Costa, cuyos remanentes son los Cerros de Amotape (entre Talara y Sullana), la Silla de Paita y el cerro Illescas (Sechura).

La planicie es conocida como tablazo y aún se encuentra en proceso de elevación, lo que genera un raro paisaje: una franja de menos de un kilómetro de ancho, casi a nivel del mar, que salta súbitamente unos 20 a 30 metros. Se extiende desde Máncora por el norte y finaliza en Punta Gobernador, cerca de La Tortuga (Sechura). Solo es interrumpida por la desembocadura de decenas de quebradas, el delta del río Chira y el desierto de Sechura.

Las ciudades de talara, Paita y sus respectivos circuitos de balnearios se han asentado justo entre la línea de rompiente y el inicio de la elevación, en especial Cabo Blanco y Colán. Como consecuencia, cada vez que llueve extraordinariamente, los cauces de quebradas se activan y las grietas que se forman en los taludes de los tablazos también forman pequeños arroyos que van hacia el mar. Aunque el suelo del tablazo es, básicamente, sedimento compactado con cantos rodados, basta más agua de lo usual para que el material se deslize ladera abajo sin contar la erosión.

Los centros históricos de Paita y Talara se hallan precisamente en esas zonas a nivel de mar y, de no ser porque algunas quebradas están canalizadas, ya hubieran sido destrozados por el agua y el lodo. Aún así, a lo largo de los últimos 34 años, esas zonas bajas han sufrido daños precisamente por ambos agentes.

En la provincia de Talara, muchas carreteras y caminos que conectan a los balnearios van justo por la base de los tablazos exponiéndose al mismo tipo de eventualidad. El Ingemet ha recomendado mallas y muros de contención en algunos tramos de las laderas y badenes con anchas alcantarillas para los cauces secos de quebradas, los que constantemente deben revisarse para evitar su colmatación por sedimento o basura.

Y si quienes viven encima del tablazo creen estar seguros, podrían equivocarse. Debido a que las grietas de las torrenteras y los deslizamientos comienzan en la parte alta, instalaciones y zonas urbanizadas en terrenos de compactación débil podrían sucumbir, como ha pasado con una planta de proceso de productos marinos en Paita y la urbanización Sudamérica en Talara.

La recomendación es el monitoreo constante y la reubicación en el mediano plazo, especialmente en aquellos lugares donde la erosión y el proceso del levantamiento del tablazo han destruído las redes de alcantarillado, cuyos flujos están contribuyendo a la erosión de la pendiente.

Otro tramo crítico es la antigua carretera Amotape-Negritos que corre paralela a la línea de conducción de agua potable hacia la provincia de Talara, que podría romperse e interrumpir el flujo. También los ductos de petróleo crudo que se bombean del subsuelo en El Alto, Restín y Los Órganos podrían sufrir daños significativos. Unas 259 mil personas viven desde Máncora hasta Punta Gobernador.


3.- Valle del Bajo Chira
Aunque el río Chira posee un caudal que duplica al de su vecino, el río Piura, su proceso erosivo no está tan acentuado, y eso que en su curso medio e inferior ha logrado excavar una gran zanja en el tablazo. 

Regulado desde 1976 por el reservorio de Poechos (Lancones), un verano promedio para el Chira siempre significa un caudal que fluctúa entre los 1500 y los 2000 metros cúbicos por segundo, según las cifras oficiales registradas en 2017 por el Proyecto Especial Chira-Piura. Sin embargo, a inicios de abril de 1998, llegó a registrar más de 7000 metros cúbicos por segundo, un 75% superior al río Piura en su mayor creciente histórica.


Por acción de la gravedad, la zona más vulnerable del valle es su curso inferior que comienza entre los distritos de Ignacio escudero (Sullana) y La Huaca (Paita) y finaliza entre los de Colán y Vichayal (Paita), ya en el Pacífico. Unas 41 mil personas viven en toda esa área.

Según el Ingemet, debido a que el valle del Bajo Chira es muy plano, es propenso a inundaciones. El fuerte caudal también puede interrumpir el tránsito entre ambas orillas, como pasó en 1998 cuando destruyó el puente Simón Rodríguez, entre Amotape y El Arenal (Paita), donde está una planta de bombeo que abastece de agua potable a las ciudades de Paita y Talara.

Por ahora, solo se puede reforzar las riberas para evitar la erosión, y estar atentos a los anuncios oficiales en caso haya que evacuar. Por lo menos el tablazo está muy cerca para ponerse a salvo.


4.- Valle de Huancabamba

Uno de los más bellos paisajes de la sierra de Piura, producto de vulcanismo, glaciación y una rara anomalía geológica que le impidió elevarse  más allá de los 3900 metros de altitud (conocida como la Deflexión Huancabamba), es también una trampa mortal si no se toman las precauciones.

Nacido oficialmente en la laguna Shimbe, acaso la más famosa del complejo de Las Huarinjas, a 3200 metros de altitud, el río Huancabamba se precipita en caída libre varias veces hasta formar un valle muy estrecho, en forma de V, que fluctúa entre los 2500 metros de altitud en el distrito de El Carmen de la Frontera hasta los 2000 en el distrito de Sóndor, ambos en Huancabamba, donde tras hacer límite con el departamento de Cajamarca, dobla hacia el oriente en el Abra de Porculla (2200 metros de altitud, distrito de Huarmaca), formando un profundo cañón, donde se ubica la mayor depresión de toda la Cordillera de los Andes.

Solo en su curso medio viven unas 52 mil personas; si agregamos todo su curso dentro de Piura, hablamos de unas 91 mil. Con un relieve tan empinado, los deslizamientos son comunes debido a las lluvias constantes en las cumbres, conocidas como jalcas o páramo piurano, causadas por el choque violento de humedad desde el Pacífico y la Amazonia. Y aunque el terreno es mayormente arcilloso, si está deforestado no ofrece ninguna garantía a caminos, carreteras, campos de cultivo y varias poblaciones, como Sapalache, Huancabamba, Sóndor o Sondorillo.

Como efecto colateral, ya del otro lado de la cordillera hacia el oeste, los deslizamientos causados por las lluvias pueden afectar a Canchaque y san Miguel de el Faique, que se encuentran en la vertiente del Pacífico. Cruzando la cordillera hacia el norte, en Las Pampas (Pacaipampa), hay una gran torrentera que sigue deslizando material ladera abajo, tan lejos como un kilómetro según el Ingemet. Volviendo a Canchaque, junto al río Pusmalca, es famosa La Afiladera, sitio donde la Carretera Piura-Huancabamba se desvía hacia esa localidad o san Miguel: una pared vertical de greda y piedra ya ha interrumpido la vía varias veces.

Regresando al valle de Huancabamba, por si los deslizamientos no fueran suficientes, las cárcavas o grandes grietas a lo largo del terreno pueden provocar el colapso de las laderas. Muchas están causadas por fallas tectónicas -la zona tiene

historial sísmico-, que se suceden a lo largo del curso del río. La más notable es la que corre por la calle Huáscar, en la ciudad de Huancabamba (1970 metros de altitud) y se abre hacia el río como una torrentera. el corrimiento ha destrozado el pavimento y se cree que continúa de forma imperceptible día a día.

Lo único que se puede hacer es contener las laderas donde se deben cruzar quebradas, además de no aconsejar el asentamiento humano ni la agricultura en las zonas agrietadas. en el caso de La Afiladera, se ha recomendado poner una malla de contención.

Otra amenaza para la ciudad de Huancabamba, mejor dicho para La Perla, su barrio más bajo, es el propio río. Alimentado por una docena de quebradas, puede elevar su nivel y desbordarse, como ya ha ocurrido en años anteriores. Por ahora, diques y muros ribereños son la mejor medida de defensa contra el agua, pero si la población dejara de poblar la zona sería mejor. Algunos se han reubicado donde se proyectó la pista de aterrizaje local (que sirvió para bautizar al nuevo barrio), pero abrió otra polémica: dónde puede descender la ayuda en caso de emergencia.

Más puntos críticos
Otros lugares que también merecen atenderse durante la etapa de rehabilitación/reconstrucción son: la carretera Sullana-Lancones en el distrito de Querecotillo, golpeada por deslizamientos y aumento de quebradas; la carretera Las Lomas-sapillica en el valle de Chipillico, a merced de derrumbes; la carretera Sullana-Ayabaca, tanto en el desvío de Paraje grande (Paimas/Montero), como en la subida de Arraypite. Lo mismo con la carretera Ayabaca-Espíndola a su paso por la localidad de Yanchalá, donde también hay un desvío para el complejo arqueológico de Aypate.

Aunque no aparece en los documentos, la carretera Tambogrande-Chulucanas siempre se interrumpe por las quebradas que desembocan en el río Piura. Asimismo, la extracción de fosfato en el desierto de Sechura está bajo amenaza cada vez que se convierte en la laguna La Niña.

el área metropolitana de Sullana, la segunda más grande del departamento, tiene como principal zona de riesgo las manzanas adyacentes al Canal Vía, que conduce las quebradas de Cieneguillo y Cola del Alacrán hacia el río Chira creando una cascada. Tras más de 30 años de funcionamiento, se está proponiendo un proyecto para reforzar y hasta rehacer tramos del cauce, ahora protegidos por losas de concreto.

El gobierno nacional y los gobiernos regionales no se ponen de acuerdo con el monto que provocó el Niño Costero en todo el norte peruano; aunque, hasta fines de marzo, la consultora Macroconsult los estimaba en 3124 millones de dólares, casi un 6% del producto interno bruto. El ex presidente Pedro Pablo Kuczynski aseguró que sí hay dinero suficiente para afrontarlo; hay mucha gente escéptica alrededor. ¿realmente habrá cambios positivos tras la reconstrucción?

© 2017 Asociación Civil Factor Tierra. Todos los derechos reservados. Las fotografías presentadas en esta entrada son de Miguel Chávez, Kevin Saucedo, Arturo Peñaherrera, Corey Godley, María Chero, y El Regional de Piura. Si deseas tener una copia de los estudios aquí citados, puedes solicitarla escribiendo a factortierra@gmail.com

 

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