David, un campeón sullanero

Sus triunfos le permitieron bailar en el Concurso Nacional de Marinera Norteña.

 

Exclusivo de FACTORTIERRA

 



 

CIUDAD DE SULLANA — Es la noche del domingo 5 de febrero de 2012, hay amenaza de lluvia, y David Rivera Córdova (19) debe salir a bailar nuevamente. “Siempre que voy a un concurso, pienso en hacer las cosas bien y en quedar en los tres primeros lugares”, confiesa.

 

Se anuncia la tanda decisiva de bailarines, y el estudiante de Contabilidad recuerda en una fracción de segundo que no debe lucirse él solo, sino complementarse con su pareja: la marinera es un baile de dos. Suena el redoble, se inicia el paseo, y en la tribuna, su madre contiene el aliento.

 

Después de muchos años, una devaluada Feria de Reyes de Sullana relanzó una de sus competencias más añoradas, el Festival de Marinera y Tondero. El segundo es netamente afro-piurano, pero la marinera tiene toda una historia que se remonta a la propia España, y que, tras una escala en Chile, es uno de los bailes más representativos del folklore peruano.

 

La variante que se baila en el norte es ahora una suerte de culto nacional, al punto que es la única transmisión cultural en vivo que compite en índices de audiencia con películas y deportes, logrando superarlos. Y es que la marinera norteña tiene algo de drama y romance, combinado con potencia y destreza. “Es más que el deporte, es una emoción diferente“”, afirma David.“

 



Genes de tarima

No nació aquí, sino en Chulucanas, Morropón. Aún bebé, lo llevaron a vivir a Lima, y tuvo que regresar a los siete años. Por su cuerpo corre sangre de artistas. Un tío tenía una orquesta, sus primos y primas cantan y bailan, y una sobrina ya ha adoptado la dura disciplina de coquetear cepillando el suelo con los pies y revolviendo el aire con el pañuelo.

 

Davie, como lo llaman cariñosamente, marcó su regreso a Chulucanas incursionando en la marinera: “Aprendí lo básico”. Cuando comencé a bailar no lo quise dejar”. Su madre, Luz María Córdova Panta (48)  es su primera fanática: “Le encanta muchísimo la marinera. No hubiera conseguido nada de lo que tengo si no fuera por ella”.

 

También cantó, pero lo dejó cuando cambió de voz, a pesar que ésta es apropiada para las notas altas, complicadas para cualquier varón. Dejó de bailar cuando adolescente, más por presión de grupo que por falta de tiempo, hasta que lo retomó tres años antes. Siempre ha conseguido primeros lugares.

 

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Convocado nacional

La banda en el Concurso comenzó a tocar la segunda parte de la pieza, y David tiene segundos para recuperar fuerzas de forma muy disimulada. Un atisbo de cansancio significa puntos menos en su calificación. La desconexión visual y mental con su pareja, lo mismo.

 

“La marinera es ganas mas que todo, es querer y querer”, explica el profesor Luis Mori Rojas, de la Academia Tradición Norteña. Para llegar a ese nivel de eficiencia, David Rivera  ensaya de dos a dos horas y media, tres veces por semana. Cuando hay competencia a la vista, lo hace todos los días.

 

Gracias a su disciplina, ha podido ser seleccionado para ser parte del grupo coreográfico de la Orden de Malta, que se presentó en el 52º Concurso Nacional de Marinera Norteña, que se desarrolló en enero de 2012 en Trujillo, La Libertad. Su coreografía representaba el encuentro entre españoles y quechuas y la imposición de la fe católica.

 

David integró el grupo, como otras personas venidas de diferentes partes del Perú, gracias a la llamada de una amiga de la ciudad de Piura. Fue el único bailarín de Sullana. “Fue algo que nunca había sentido”. Debió mudarse por dos semanas a Trujillo, y trabajar duro bajo la dirección de Jardy Mori (sin parentesco con su profesor en Sullana).

 

“El simple hecho de estar detrás del túnel, estar ahí a la hora que te toca salir, la cantidad de público. Se siente emocionante”. A pesar de su despliegue, el grupo obtuvo el cuarto lugar: “La verdad que merecimos algo más. La coreografía de nosotros fue complicada”. No obstante, lo –literalmente- bailado, nadie se lo quitará.

 



Más que aplausos

Sonaron los últimos acordes y en esa noche con amenaza de lluvia sólo quedaba esperar los resultados finales, con mucha tensión. “Cuando ganas, cuando te hacen barra, la gente que te apoya te emociona”. Ir a Trujillo fue fácil porque la Orden de Malta puso toda la logística, pero concursar por su cuenta ya es otra historia. “Me reprimo de ir a algunos concursos porque no tengo apoyo de ningún tipo“, reclama David.

 

Nadie en Tradición Norteña recibe apoyo para representar a Sullana cuando se van lejos, como a Lima o a Tarapoto, san Martín: “Lo hacemos por pasión

“, subraya Luis Mori.  La gracia más alta que David ha podido recibir es la flexibilidad en sus horarios que le ofrecía su centro de estudios, la ex Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote, para que pueda ensayar y viajar a los concursos, previo permiso.

 

Muchas veces Tradición Norteña debe organizar actividades de recaudación de fondos, o pasar el sombrero, y no siempre tienen éxito: “A veces Davie se pone ttriste”, señala el profesor Mori. Pero eso no desanima a David, para quien su satisfacción actual es ver cómo más gente decide bailar, desde la más joven hasta la adulta.

 

Por eso sale a triunfar. Y a propósito, ha llegado la hora de conocer la decisión del jurado. Se anuncian los resultados, por fin. Su corazón late más rápido, su profesor exhala su propia ansiedad y su madre, Luz maría, aprieta los puños.

 

David y su pareja acaban de ganar el Primer Lugar de la Categoría Juvenil. “Siento una alegría tremenda”, alcanza a decir. Y de aquí, sólo queda ir para adelante: “Seguiré bailando marinera”.

 

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